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¿Es útil para el día a día en el aula lo que se investiga en Educación?

Lena es profesora de matemáticas en primaria. Cada día se enfrenta al reto de enseñar los conceptos que señala el currículum a un aula de más de 25 estudiantes con interés muy dispar por la materia y con crecientes distracciones. Por su parte, Amaya, investigadora y docente de universidad, lleva cinco años investigando el procedimiento de suma por descomposición en la enseñanza de las matemáticas en el primer ciclo de educación primaria. ¿Conoce Amaya la realidad de Lena lo suficiente como para tenerla en cuenta en sus estudios? ¿Y Lena, tiene acceso a las conclusiones de la investigación de Amaya para probarlas en su día a día?

La investigación desempeña un papel fundamental en la evolución y mejora continua de la educación. Pero la posibilidad de usar los resultados obtenidos para mejorar los procesos educativos sigue siendo un desafío, tal y como se deduce de nuestra reciente investigación sobre el tema.

A menudo se percibe que la investigación está alejada de la práctica educativa cotidiana debido a diversas razones: la falta de accesibilidad a los resultados de investigación, la desconexión entre el personal de investigación y el de la educación, o la escasa relevancia percibida de los estudios para dar respuesta a las necesidades reales de los centros educativos.

La utilidad de la investigación educativa

Para la mejora de la práctica educativa es fundamental tomar decisiones basadas en las evidencias científicas sobre métodos, enfoques y estrategias efectivas para enseñar y aprender.

La investigación impulsa la innovación al identificar nuevas maneras de abordar los desafíos educativos, crear herramientas y recursos más efectivos para promover cambios positivos en los sistemas educativos y, a su vez, promover el éxito académico y el bienestar del estudiantado.

Los proyectos de investigación deben ser vistos como oportunidades de desarrollo profesional; por su potencial para la actualización de competencias, para identificar áreas de mejora y para fundamentar nuevos enfoques pedagógicos.


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Barreras existentes

Todo este enorme potencial de la investigación educativa no siempre parece estar en contacto con la práctica educativa cotidiana. Profesionales de la docencia y la orientación pueden encontrar que es difícil acceder a los hallazgos de investigación por su falta de difusión “en abierto” y la política restrictiva de las revistas científicas.

El profesorado manifiesta que los resultados de la investigación no responden a sus necesidades y retos educativos actuales. Y es que, en educación, se buscan soluciones concretas y resolutivas a desafíos complejos y no tanto directrices generales o poco aplicables al contexto inmediato.

La desconexión entre el equipo de investigación y el resto de profesionales de la educación puede generar una brecha entre teoría y práctica, dificultando la transferencia de conocimientos y la implementación de los hallazgos a las dinámicas educativas. El abuso de jergas académicas y lenguajes excesivamente técnico también son un obstáculo para la lectura y transferencia de los resultados de investigación.

Crear redes de colaboración y espacios de encuentro

¿Cómo acercar, pues, la investigación a la práctica educativa? Sin duda, facilitando la colaboración activa entre profesionales que investigan y profesionales de la acción educativa: fomentando el diálogo y la participación conjunta en proyectos.

La creación de redes de colaboración entre instituciones educativas de todo tipo y centros de investigación (entre ellos, universidades) es esencial para facilitar la transferencia de los resultados y el codiseño de buenas prácticas basadas en evidencias científicas.

La creación de espacios de encuentro para organizar seminarios, conferencias, grupos de discusión y otras oportunidades para debatir puede jugar también a favor de la transferencia de resultados (accesibles, oportunos y relevantes).

En la actualidad, además, es más fácil y rápida la difusión de los resultados de investigación, a través de las redes sociales y de canales de comunicación más comunes y más populares, con formatos diversos pero concisos y atractivos (resúmenes, infografías, videos).

Estudiantes de educación que investiguen

Por otro lado, la formación de la competencia investigadora puede marcar la diferencia. Resulta esencial incorporar la investigación en la formación inicial (titulaciones de educación) y capacitar a profesionales en activo en metodologías de investigación-acción, que permiten reflexionar sobre la propia práctica, identificar necesidades y encontrar soluciones en el propio contexto.

Esto ya sucede en el campo de la medicina, donde existen profesionales de la salud que se dedican exclusivamente a la investigación en el hospital. Del mismo modo, sería ideal encontrar en educación fórmulas de simultanear la docencia y la investigación dentro y para los centros educativos.

Divulgar ciencia educativa

La aplicación de la investigación educativa en la práctica educativa es un desafío crucial que exige la colaboración y el compromiso de toda la comunidad educativa, en su sentido más amplio.

Para conseguir que la investigación y la práctica educativa de los centros vayan de la mano, Amaya y Lena deberían trabajar juntas para poder dar respuesta a necesidades reales y concretas de los contextos educativos. De este modo, Amaya conocerá en primera persona los retos educativos que enfrenta Lena y Lena tendrá más recursos para analizar y actuar en su día a día gracias al trabajo conjunto con Amaya.

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