Las baterías de estado sólido son una tecnología clave para fabricar vehículos eléctricos de mayor autonomía, que resuelve además problemas de seguridad y coste, pero su implantación podría tardar décadas.
Las pilas de combustible de hidrógeno se enfrentan a desafíos como su dependencia de metales escasos y caros y su sensibilidad a condiciones como la temperatura y la humedad. Un nuevo proyecto europeo tiene como objetivo superar esas limitaciones.
La UE ha introducido recientemente nuevas regulaciones para las baterías de vehículos eléctricos y dispositivos móviles que obligan a que provean información sobre sus características energéticas, su resistencia y el origen de sus componentes.
Erlantz Lizundia, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Los residuos derivados de las baterías convencionales son altamente tóxicos en el medio ambiente. Un equipo de investigadores han fabricado una batería con materiales compostables.
Las baterías se van desgastando con el uso y cada vez duran menos. Es difícil predecir cuál será su vida útil, ya que depende de muchos factores, pero se están desarrollando modelos digitales para estimarlo con mayor precisión.
Se están desarrollando nanotecnologías de autorreparación y materiales para reducir la degradación que provoca la carga y descarga. En el futuro tendremos baterías más duraderas.
Para lograr una transición energética definitiva, necesitamos ser capaces de compensar el suministro intermitente de energía que aportan las renovables con tecnologías de almacenamiento.
Distintas empresas están ya instalando estaciones de recarga en las carreteras. Pueden llegar a proporcionar a los vehículos entre 200 y 250 km de autonomía en menos de un cuarto de hora.
La comunidad científica busca sistemas electroquímicos que empleen elementos alternativos al litio como el sodio, el potasio, el magnesio, el calcio, el aluminio y el zinc.
Las baterías de plomo, utilizadas en los primeros coches eléctricos, son demasiado pesadas: la ligereza del combustible derivado del petróleo lo convirtió en la opción prioritaria durante el siglo XX.