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Una profesora rodeada de robots y aparatos tecnológicos les explica algo a sus alumnos en un ordenador portátil.
shutterstock. UfaBizPhoto/Shutterstock

Frente a la tecnología vacía, el docente como diseñador de experiencias

El cine de ciencia ficción nos regaló en el año de 1987 una excelente película de acción con pequeños pero profundos momentos de inteligente contenido filosófico y un toque de crítica social.

Robocop cuenta la historia de un policía asesinado que es reconstruido para convertirse en el nuevo agente de la ley y el orden en la ciudad: mitad hombre, mitad máquina.

En este caso, la película del director Paul Verhoeven sirve de punto de comparación en cuanto a lo que estamos viviendo en educación en los últimos años. Si bien el protagonista, Alex James Murphy, era un oficial del Departamento de Policía de Detroit que fue mejorado cibernéticamente, existe cierto paralelismo en lo que muchos profesores hacen en sus clases: se convierten más en máquinas que en humanos.

¿Suena raro? No lo es.

¿Tecnología, sinónimo de mejora?

Existe la creencia de que cuanta más tecnología se implemente en las clases, los alumnos aprenderán más y mejor. Pero la cosa no va del todo por ahí.

El esfuerzo por incorporar todo un arsenal tecnológico a una clase no es garantía del aprendizaje. Como profesores, podemos usar equipos tan sofisticados en proyección como en procesamiento de base de datos, lentes 3D, impresoras láser, cámaras web, micrófonos y audífonos, pantallas táctiles, smartphones, cobertura amplia de wifi, conexión vía Bluetooth, pizarras interactivas, tabletas, aulas híbridas y un asombroso etcétera de juguetes “externos”.

Y luego están los juguetes “internos” como las plataformas y aplicaciones. Nos gusta hablar de la gamificación, pero sin saber qué va primero y qué viene después. Nos encanta el concepto de la clase invertida pero damos las instrucciones de manera ambigua. Usamos aplicaciones como Socrative, Kahoot, Moodle, Zoom, Meet, Classroom; hacemos portafolios digitales y presentaciones en Canva, Prezi, Genially y guardamos todo en la nube, Drive o Dropbox.

A golpe de tutoriales en línea y de cursos de capacitación, nos hemos convertido en expertos en tecnologías hacia afuera, como auténticos roboprofes.

La situación no sería tan dramática por el simple hecho de instrumentalizar la enseñanza a niveles de exoesqueleto de los docentes. El problema, y reto a la vez, radica en la infraestructura mental del cómo diseñar una clase.

Un profesor robot da clase delante de una pizarra a dos alumnos, uno de los cuales levanta la mano.
La tecnología por sí misma no soluciona los problemas en el aula. Dmytro Zinkevych/Shutterstock

Enseñar es diseñar

El diseño instruccional es un aspecto fundamental en la educación, ya que se refiere al proceso de planificar, desarrollar y evaluar experiencias de aprendizaje efectivas. No basta con diseñar la clase: estamos hablando del metadiseño instruccional, aquel que transmite los contenidos a través de experiencias. Como por ejemplo, para unos conceptos de Historia, la experiencia de visitar un museo puede contar tanto como los contenidos.

Aquí hay algunos puntos clave sobre la importancia del diseño instruccional en la labor docente:

  1. Mejora de la calidad del aprendizaje. Se centra en diseñar experiencias que sean eficaces y significativas para los estudiantes. Al utilizar estrategias y enfoques apropiados, los docentes pueden mejorar la calidad del aprendizaje y ayudar a los estudiantes a alcanzar los objetivos educativos de manera más eficiente.

  2. Personalización del aprendizaje. Cada estudiante es único, con diferentes habilidades, estilos y necesidades. Los docentes deben adaptar su enseñanza para satisfacer las necesidades individuales de los estudiantes. Al comprender cómo diseñar y desarrollar materiales educativos que se ajusten a estos diferentes estilos de aprendizaje, pueden brindar una experiencia más personalizada y significativa para cada estudiante.

  3. Utilización eficiente de recursos. Ayuda a los docentes a aprovechar al máximo los recursos disponibles, ya sean tecnológicos, didácticos o humanos. Al planificar cuidadosamente las actividades, los materiales y las evaluaciones, los docentes pueden optimizar el tiempo en el aula.

  4. Enfoque en los resultados de aprendizaje. Los docentes pueden definir de manera precisa los resultados deseados y diseñar actividades y evaluaciones que estén alineadas con estos objetivos. Esto ayuda a garantizar que los estudiantes puedan adquirir los conocimientos y las habilidades necesarias para tener éxito en su educación.

  5. Evaluación continua y mejora. Los docentes pueden supervisar periódicamente el progreso de los estudiantes, identificar áreas de mejora y realizar definiciones en su enseñanza para garantizar un mejor aprendizaje. La retroalimentación constante y la reflexión son componentes esenciales.

La zona de desarrollo

El enfoque del diseño instruccional y las teorías de Lev Vygotsky, uno de los más destacados teóricos de la psicología del desarrollo, están estrechamente relacionadas: ambos se centran en cómo se produce el aprendizaje y cómo se puede mejorar la enseñanza.

Una de las contribuciones más importantes de Vygotsky es el concepto de la “zona de desarrollo próximo”. Esta teoría sostiene que los estudiantes tienen un nivel de desarrollo actual, que pueden lograr por sí mismos, y un nivel de desarrollo potencial, que pueden alcanzar con la ayuda y el apoyo adecuado.

De esta manera, los docentes identifican el nivel de desarrollo actual de los estudiantes y luego diseñan actividades que los desafíen a alcanzar su nivel de desarrollo potencial con la guía y el apoyo adecuado.

Andamiaje, interacción y entorno

Vygotsky también introdujo el concepto de andamiaje, que se refiere a la ayuda y el apoyo temporal que se brinda a los estudiantes para que puedan realizar tareas más allá de su nivel de desarrollo actual. El andamiaje implica proporcionar estructura, orientación y apoyo en etapas iniciales y luego reducir gradualmente esa ayuda a medida que los estudiantes adquieran habilidades y conocimientos.

Igualmente, enfatizó la importancia de la interacción social en el aprendizaje. Según su teoría, el aprendizaje se produce a través de la interacción con otros individuos más capacitados, como docentes o compañeros más expertos. Esto puede incluir actividades de aprendizaje en grupo, discusiones, proyectos colaborativos y otras estrategias que promuevan la participación activa y el intercambio de ideas entre los estudiantes.

Como explicaba este experto, el aprendizaje y el desarrollo de los individuos están influenciados por su entorno cultural y social. El diseño instruccional reconoce la importancia de integrar elementos culturales relevantes en el proceso de aprendizaje. Esto implica seleccionar y diseñar materiales y actividades que reflejen la diversidad cultural de los estudiantes y que les permitan relacionar los conceptos y contenidos con sus propias experiencias vitales.

Clases memorables y significativas

Siendo alumnos queremos clases amenas y altamente recordables, con profundo significado para la vida y la profesión elegida. Siendo profesores queremos que la enseñanza sea efectiva y eficaz.

Para ambas situaciones el diseño instruccional es esencial. Sobre todo en estos momentos en los que la inteligencia artificial suena a canto de sirenas y puede distraer de esa faceta maravillosa e insospechada del profesor como diseñador de experiencias de aprendizaje.

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