El hecho de que las movilizaciones y la inestabilidad en muchos países latinoamericanos se haya extendido demasiado en el tiempo debe hacernos pensar en cómo algunos gobiernos resuelven sus tensiones. Hay dos opciones: usar la fuerza o usar el diálogo. Perú parece que ha optado por la represión.
Miles de manifestantes han llegado a Lima en medio de violentos enfrentamientos con la policía. El movimiento de protesta podría estar inspirándose en movilizaciones anteriores en la vecina Bolivia.
Comienza en Perú el mandato de una nueva presidenta, Dina Boluarte, después de que el 7 de diciembre el presidente Pedro Castillo fuera detenido. Boluarte ya ha comenzado el diálogo y la construcción de consensos en un Congreso fragmentado y muy polarizado.
Para superar la crisis institucional que vive el Perú su presidente sugiere cambiar la legislación. Pero las crisis no se arreglan solo cambiando las leyes. Se necesita visión de Estado por parte del Gobierno y de la oposición.
Llega un periodo de incertidumbre para el Perú, con una alta probabilidad de inestabilidad. El liderazgo de aquellos lideres políticos interesados en el bienestar del país resultará vital para sobreponerse a las posibilidad de que el fujimorismo ignore el triunfo de Castillo.
En un escrutinio de infarto, todo parece indicar que el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, un ‘outsider’ con rasgos populistas, se ha impuesto por un estrecho margen a Keiko Fujimori en la segunda vuelta de las elecciones peruanas.