La robótica y la inteligencia artificial están creciendo exponencialmente en el ámbito sanitario. De hecho, hace tiempo que las aplicaciones de IA ayudan a manejar una cantidad ingente de datos (como imágenes) y que se usan robots para intentar mejorar la eficiencia de los tratamientos (caso de los exoesqueletos).
De todos modos, es importante recalcar que el profesional sanitario es insustituible, y que, incluso por normativa, la decisión clínica debe ser tomada por un humano. En este contexto, herramientas como la inteligencia artificial y la robótica potencian las capacidades humanas en pro de mejorar la calidad de vida.
En lo que se refiere a la fisioterapia, los profesionales usan desde hace décadas dispositivos de electroterapia como los ultrasonidos, láseres de alta potencia, terapias superinductivas, terapias invasivas ecoguiadas, magnetoterapias o incluso mecanismos que fomentan la movilidad del paciente.
Además, la decisión clínica del especialista debe fundamentarse en un diagnóstico que garantice el tratamiento más adecuado. Para ello, los fisioterapeutas usan infinidad de test ortopédicos y evaluaciones de palpación, pero también se valen de herramientas tecnológicas que cuantifican el movimiento o aportan imágenes termográficas o ecográficas para valorar el estado del paciente y su evolución.
Un proyecto ambicioso
Dentro de la innovación en el campo de la fisioterapia, uno de los proyectos más ambiciosos es AIRESPALTER, que aúna la inteligencia artificial aplicada al diagnóstico mediante imágenes termográficas con el tratamiento robótico a través de aire comprimido termorregulado. Las empresas Thermohuman y Adamo Robot colaboran activamente junto a la Universidad Francisco de Vitoria en el desarrollo de AIRESPALTER.
Su propósito es encontrar patrones térmicos relacionados con el dolor de espalda (cervical, dorsal o lumbar) y ofrecer al fisioterapeuta una propuesta de tratamiento automático con aire comprimido. El sistema robótico incorporará los ajustes necesarios de temperatura, velocidad y tipos de movimientos.
La compañía Thermohuman aporta el conocimiento y experiencia sobre la termografía, que detecta la temperatura del cuerpo del paciente. Así es posible determinar, entre otras cosas, la cantidad de vascularización en un área concreta del cuerpo. Las zonas que presentan un aumento de temperatura son compatibles con procesos inflamatorios, mientras que las áreas más frías pueden indicar una menor vascularización. Esto último podría ser indicio, por ejemplo, de rigidez o disfunción muscular.
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Gracias a estas imágenes, el terapeuta puede mapear y analizar las distintas estructuras y detectar zonas patológicas. Se ha comprobado que una diferencia de temperatura de 0,3 ºC-0,6 ºC o más entre el lado izquierdo y derecho de una misma región del paciente indica una alteración con sospecha de disfunción clínica. Con esta información, la decisión del terapeuta puede ser más adecuada y puede hacer un seguimiento del paciente de manera rápida, inocua y barata.
El robot Adamo entra en escena
La segunda pata del proyecto es Adamo Robot, un robot colaborativo preparado al 100 % para trabajar con humanos que, además, cuenta con una cámara termográfica de última generación. Utiliza dos herramientas básicas en fisioterapia: la presión de masaje y el uso terapéutico de la temperatura. Ambas son aplicadas en seco a través de aire comprimido termorregulado; es decir, Adamo trata con la presión ejercida por el aire comprimido el cuerpo del paciente y aplica frío o calor según requiera la patología.
Su brazo robótico puede reproducir movimientos en tres dimensiones, y la temperatura, velocidad y presión pueden regularse según el criterio del fisioterapeuta. Es importante destacar que un proceso clínico siempre conlleva el tratamiento pasivo –con el apoyo de estas herramientas– y la terapia activa, con movimiento y ejercicio. El fin último es aliviar el dolor y devolver la máxima funcionalidad posible al paciente.
Automatizado e indoloro
Adamo es una herramienta que incorpora dos grandes beneficios a los tratamientos pasivos:
La automatización, que permite al fisioterapeuta dedicar su tiempo a lo que de verdad importa: recuperar la funcionalidad del segmento lesionado.
Es un tratamiento absolutamente indoloro, ya que no contacta con la piel del paciente. Aunque Adamo ejerza una presión de hasta 6 bares, no estimula ciertos neurotransmisores y vías neurológicas que activan la sensación de dolor. Incluso si es sensible a la palpación, el paciente no sufrirá molestias de ningún tipo.
Queda claro que la inteligencia artificial y la robótica son una gran elección para mejorar y agilizar los procesos clínicos dirigidos por un profesional sanitario. En este caso, por un fisioterapeuta.