Aprender a ejercer una profesión u oficio a través de la práctica es el objetivo de los programas de formación profesional dual tales como la FP en España o la EFTP en Latinoamérica. Estos programas facilitan la inserción laboral gracias a que los aprendices acceden a toda una serie de experiencias y conocimientos que no se pueden adquirir en un aula.
Muchos de estos aprendizajes son habilidades necesarias en el ámbito profesional que no tienen que ver exclusivamente con el desarrollo de una tarea determinada, sino con la gestión de emociones: situaciones complicadas con clientes, compañeros o tutores de los centros de trabajo (tales como recibir críticas, expresión verbal y no verbal, automotivación, paciencia y aceptación, entre otras). Este tipo de situaciones son precisamente las que favorecen el desarrollo de los aprendices.
Ventajas para los aprendices
A pesar de que las competencias sociales y de gestión emocional son tan importantes en el mundo laboral como las competencias profesionales, no se suelen trabajar en el aula. Por este motivo, los estudiantes valoran muy positivamente las siguientes oportunidades que les ofrecen las prácticas laborales:
Tener acceso a la experiencia de asumir responsabilidades.
Recibir apoyos y estímulos individuales.
Participar en tareas y departamentos diferentes.
Aspirar a oportunidades reales de inserción laboral en las mismas empresas.
Integrarse en el plan de formación que recibe el resto de la plantilla.
Participar en los seminarios sobre formación inicial y reglamentaria, como los de prevención de riesgos laborales o de manipulación de productos, herramientas y maquinaria.
Empezar a trabajar directamente en la categoría con la que ha desarrollado su estancia formativa.
Contar con facilidades tanto para la promoción vertical (desarrollar funciones de mayor responsabilidad y especialización o ejercer liderazgo) como para la promoción horizontal (relacionada con proyecto vital del aprendiz y la ubicación del centro de trabajo).
Trabajar las habilidades emocionales en el aula
Anticipar qué actitudes o aspectos personales favorecen la inserción, integración o adecuación del alumno al puesto de trabajo resulta valioso tanto para el profesorado como para el alumnado, ya que proporciona unas pautas a las que atenerse.
Estas competencias personales o actitudes son entrenables, maleables y relacionadas entre sí. Además protegen la salud mental: algunos expertos apuntan a la falta de destrezas sociales como uno de los factores de riesgo predominantes en la salud mental de adolescentes y niños.
Por esta razón las capacidades no cognitivas (habilidades sociales, persistencia, motivación y estabilidad emocional) se consideran tan importantes, si no más, que las capacidades cognitivas a la hora de determinar el éxito personal en la vida y, en particular, en la vida laboral.
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Un ejemplo de cómo se pueden aprender estas competencias es a través de los programas de Aprendizaje Social y Emocional (SEL por sus siglas en inglés). El marco SEL, conocido también como la “rueda CASEL” ayuda a cultivar habilidades y entornos que promueven el aprendizaje y el desarrollo de los estudiantes.
Inteligencia emocional: por qué puede importar más que el coeficiente intelectual
El aprendizaje social y emocional se volvió muy conocido después de que Daniel Goleman publicara este libro en 1995. Uno de sus mensajes más importantes fue que el carácter importa y que las habilidades que construyen el carácter se pueden enseñar.
Conocer qué se espera de los alumnos y qué actitudes necesitan desarrollar definen un segundo nivel de objetivos formativos. Incluso facilita una posible reconducción de su itinerario formativo.
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En un estudio que realicé en 2022 con la participación de alumnos y tutores de FP dual del Instituto de Educación Secundaria “Pérez Galdós” (Islas Canarias, España) y con los tutores de centros de trabajo, determinamos que desarrollar las siguientes actitudes ayuda en el proceso de aprendizaje profesional dual:
La gestión emocional: permite adquirir experiencia a la vez que autoconocimiento, viviendo situaciones fuera de la zona de confort.
La autocrítica y el análisis imparcial: facilita estar centrado en las tareas propias del desempeño y puede enseñar a desconectar en periodos de descanso.
El buen hacer: entender lo que se espera de los aprendices.
El tomar conciencia del estatus de subordinado: permitirá aceptar tanto las tareas o situaciones encomendadas que les resultan tediosas o monótonas como la estructura empresarial.
El saber estar como manifestación de respeto.
La preocupación por el aspecto, la comunicación verbal y no verbal y el trato agradable hacia desconocidos.
El trabajo colaborativo como sentimiento de pertenencia a un colectivo, la participación en objetivos comunes y la superación del individualismo. Está unido a la identificación y alineación de los objetivos del empleado con los de la empresa, haciendo propios los éxitos y fracasos.
Las competencias en comunicación son esenciales a la hora de obtener la necesaria y constante retroalimentación por parte del tutor de empresa y de los tutores docentes (la timidez en el aula puede convertirse en la antesala de dificultades de comunicación en el centro de trabajo).
La puntualidad, percibida como indicador del nivel de responsabilidad y organización, siendo una de las actitudes que primero se manifiesta.
Sacar más partido a la formación dual
Desde el punto de vista de los aprendices, las dos cuestiones más valoradas de la formación profesional dual son:
La retribución económica y la integración del aprendiz en el plan de formación, asimilada como recompensa y reconocimiento de que su rol es respetado y valorado.
La revisión del itinerario formativo que permite la experiencia, ya que se favorece la reflexión acerca de si el sector del mercado laboral para el que se está preparando es acorde con sus expectativas y personalidad. Al igual que si su itinerario debe continuar hacia ciclos superiores y estudios universitarios una vez finalizados los ciclos profesionales.
Complementar estos importantes aprendizajes con un entrenamiento emocional y social estructurado en las aulas puede convertirse en una estrategia ganadora para que la modalidad dual de la FP y de la EFTP ofrezcan a los aprendices óptimas probabilidades de inserción laboral.