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Huevo de Trichuris sp., hallado en restos óseos procedentes de material arqueológico. R. López- Gijón, Author provided

Paleoparasitología: una mirada a la antigüedad a través del microscopio

Podemos descubrir nuestro pasado a partir de momias, restos óseos, fuentes escritas… y parásitos. Un reciente artículo da a conocer la paleoparasitología, una disciplina científica poco desarrollada y con múltiples posibilidades. A partir del hallazgo de parásitos, podemos saber más sobre las condiciones en las que vivieron nuestros antepasados, qué comían e, incluso, las rutas migratorias que emprendieron.

Desde sus inicios, los parásitos han sido molestos acompañantes en la historia de la humanidad. Estos seres, más o menos visibles, se caracterizan por aprovecharse del hospedador, en este caso humano, y se encuentran tanto dentro como fuera de él.

¿Qué sabían del parasitismo las poblaciones antiguas?

Existen escritos de época que narran la existencia de parásitos y los problemas de salud de las distintas civilizaciones. Pese a ello, en muchos casos se trata de meras especulaciones, debido a las carencias tecnológicas de antaño. En este sentido, solían darse teorías sin el rigor científico actual, en las que la presencia de parásitos simbolizaba el mal como castigo divino.

Bajorrelieve que representa al dios Nergal acompañado por perros, alacranes y serpientes. Wikimedia Commons

Por ejemplo, en época babilónica, el dios Nergal estaba asociado a la pestilencia. Tenía como atributo un insecto, lo que puede dar a entender que este ser vivo funcionaba como transmisor de enfermedades.

La presencia global de parásitos en tiempos antiguos es evidente. Así, más allá de las fuentes escritas, también existen otras representaciones simbólicas. En los templos sintoístas asiáticos encontramos fieros demonios portando elementos un tanto curiosos, como son un horno, un cántaro de agua y un gong. Estas tres representaciones hacen alusión respectivamente a los síntomas del paludismo (fiebre, escalofríos y cefaleas) que asolaron a la población de la época.

Sin embargo, en medio de esta vorágine apocalíptica, encontramos algo de razón. El paludismo recibió el nombre de malaria porque se pensaba que se transmitía por el aire. Ya en tiempos antiguos, Heródoto cuenta cómo los pescadores del Nilo se resguardaban en sus redes por la noche, con el fin de evitar su terrible picadura. En efecto, hoy sabemos que el parásito del género Plasmodium se transmite por las hembras del mosquito Anopheles.

La paleoparasitología

Estas evidencias de época nos invitan hoy a buscar parásitos en material antiguo. Pese a ello, se presentan algunas cuestiones. ¿Cómo podemos ver parásitos que tienen cientos o miles de años? ¿En qué estado se encontrarán?

Los parásitos tienen un ciclo biológico en el que varía su morfología y tamaño. En algunos casos, desarrollan unas cubiertas muy resistentes que permiten que sobrevivan durante meses e incluso años en el medio. Este tipo de parásitos, conocidos como geohelmintos, son los que mejor se preservan a lo largo de los años. De hecho, pueden conservarse hasta nuestros días.

Que lleguen hasta el presente no significa que se puedan ver directamente. Debido a ello, en los últimos años se han desarrollado diversas técnicas para poder observar los parásitos antiguos y evidenciar los rasgos morfológicos de cada especie. Con tal de poder visualizarlos de la mejor forma posible, se suele utilizar la microscopía óptica.

Con los avances técnicos y la utilización de nuevos métodos, tales como ADN o de proteínas específicas para la identificación de parásitos, ha aumentado exponencialmente el número de trabajos referentes a esta disciplina.

Shutterstock / Maksim Shmeljov

Comprender mejor el pasado gracias a los parásitos

Las investigaciones realizadas permiten comprender cómo los parásitos afectaban a todos los estamentos de la sociedad, desde los más prósperos hasta los más precarios.

Al contrario de lo que podemos pensar, los parásitos estaban presentes hasta en las monarquías, tal y como ha dejado constancia el estudio llevado a cabo en la realeza leonesa, donde se ha atestiguado la presencia de parásitos intestinales.

El hallazgo de parásitos antiguos también permite conocer las distintas rutas migratorias. En este sentido, es de especial interés el estudio realizado en el yacimiento de Pretos Novos (Rio de Janeiro, Brasil). Los resultados han mostrado los parásitos que presentaban los esclavos africanos fallecidos al llegar al continente americano después de una odisea marítima.

Asimismo, la paleoparasitología, usada como herramienta multidisciplinar, nos aporta hoy una rica fuente de exploración científica. Este hecho se aprecia, además, en el estudio del hombre de Tollund, en el que se pudo comprobar qué fue lo último que comió antes de morir y los parásitos que albergaba.

Por todo ello, esta disciplina se presenta como una herramienta novedosa y necesaria actualmente para obtener un nuevo prisma en el estudio de nuestros ancestros y comprender mejor nuestro pasado.

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