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Redes sociales: ¿cámaras de eco o espacios para el debate?

Las redes sociales juegan un papel cada vez más importante cuando queremos informarnos. Las últimas ediciones del Digital News Report lo demuestran. Poco a poco, sustituyen a los medios tradicionales como fuente de información.

A primera vista, este panorama fomenta la participación y genera un ecosistema más democrático. Cada usuario dispone de los medios necesarios para difundir contenidos.

Sin embargo, los análisis más recientes sobre comunicación en redes sociales están repletos de conceptos negativos. Conceptos como noticias falsas, bulos, discursos de odio o bots.

Cámaras de eco y filtros burbuja

La teoría de las cámaras de eco intenta explicar esta situación. Se producen cuando informaciones o ideas concretas se difunden una y otra vez. Y cuando las posiciones opuestas se ocultan o no son visibles.

No es una teoría nueva; de hecho, ya se relacionó con los medios tradicionales. Si una persona lee un único diario y ve un único canal de televisión, su visión será limitada. Y si después transmite esa visión a sus contactos, generará el mismo efecto.

Este concepto se ha asociado también al nivel de conocimiento. Una persona menos formada puede optar más fácilmente por una línea editorial concreta. Y ser más propensa a adoptar una posición radical.

Más fuentes, pero condicionadas

Con las redes sociales se produce una doble situación. Por un lado, se amplía de manera sustancial el número de fuentes. Pero, por otro, nuestro acceso a ellas está limitado o condicionado por diversos factores.

Uno de ellos es una variante de las cámaras de eco, los filtros burbuja. Los establecen los algoritmos al recomendar un contenido según los gustos que hemos mostrado previamente. Este tipo de algoritmos son los que hacen que si dos personas introducen el mismo término en un buscador no obtengan los mismos resultados.

El verdadero alcance del problema

Un estudio reciente con encuestas en siete países cuestiona estas teorías. Las cámaras de eco en las redes sociales son mucho más pequeñas de lo que pensamos. Y los usuarios que recurren a motores de búsqueda y selecciones de algoritmos consumen noticias más diversas. No es el único estudio que marca esa tendencia.

Si la teoría de las cámaras de eco y la de los filtros burbuja se ponen en entredicho, ¿qué otros fenómenos explican las dinámicas de consumo y distribución de noticias en las redes sociales?

Esa era una de las cuestiones planteadas por el proyecto NewsSharing. El grupo de investigación COYSODI de UNIR lo ha desarrollado durante los últimos cuatro años.

No todas las redes son iguales

Los resultados muestran que la explicación es más compleja. Diversos factores entran en juego. Para empezar, no nos comportamos igual en todas las redes sociales.

Compartimos contenidos que nos parecen útiles o interesantes en redes abiertas como Facebook o Twitter. Como segunda opción, recurrimos a grupos privados de mensajería instantánea, como Whatsapp.

El tipo de noticia también influye. No compartimos todas con la misma frecuencia. Las que más difundimos son las de crímenes y sucesos, política nacional y entretenimiento.

También tendemos a compartir contenidos sobre política en Facebook o Twitter antes que en Whatsapp. Este dato puede explicarse por el mayor vínculo con nuestros contactos de Whatsapp. No queremos parecer demasiado agresivos con ellos.

Además, los contenidos más superficiales los distribuimos a través de redes abiertas. Y dejamos para las redes cerradas los que pensamos que requieren más esfuerzo.

El ejemplo del cambio climático

La investigación también analizó la información sobre el cambio climático. Los resultados muestran que nuestras actitudes previas influye más que nuestros conocimientos a la hora de decidir si consumimos o compartimos contenidos sobre esa cuestión.

La relevancia que le damos a la noticia pesa más que la credibilidad de la fuente. En otras palabras, cuando compartimos un contenido, pensamos en si resulta útil o interesante. Pero no nos importa tanto la precisión o la calidad de la información.

Este dato puede ayudar a explicar cómo se distribuyen las noticias falsas. La información en las redes sociales se caracteriza por su abundancia. Pero muchos contenidos han sido producidos por fuentes poco o nada fiables.

Los elementos emocionales también influyen en nuestra decisión. Sobre todo, emociones negativas como el miedo y la rabia, que priman sobre nuestras actitudes o conocimientos previos.

Reflexionar sobre nuestros hábitos

En definitiva, la relevancia, las actitudes previas o las emociones son muy importantes cuando consumimos noticias en redes sociales. Tres factores con un peso similar o mayor que el de las cámaras de eco o los filtros burbuja.

Por este motivo, es importante que analicemos nuestros propios hábitos para informarnos. Observemos si recurrimos a las fuentes más adecuadas y si difundimos contenidos contrastados. Es una reflexión necesaria, con importantes implicaciones para nosotros y para la sociedad.

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