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Valientes frente a acosadores: cómo fomentar un ambiente de respeto y solidaridad en escuelas e institutos

Los informes internacionales recientes sobre acoso escolar muestran que estamos ante un problema en todo el mundo, con efectos negativos en el rendimiento escolar y en la salud de los menores.

En España, uno de los últimos estudios publicados revela que se han reducido este tipo de situaciones, aunque es una encuesta de opiniones entre el alumnado, de modo que no disponemos ni de datos sobre las situaciones concretas vividas ni sobre las víctimas que deben cambiar de centro.


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Cuando los “valientes” rechazan las actitudes abusivas

Atajar o prevenir las situaciones de acoso entre iguales y lograr centros educativos libres de acoso es el objetivo de muchas investigaciones en torno a este tema. La investigación ya ha identificado algunas actuaciones que están reduciendo la violencia escolar.

Algunas de estas actuaciones quedan recogidas en el informe encargado por la Comisión Europea Achieving student well-being for all: educational contexts free of violence (“Lograr el bienestar de todos los estudiantes: contextos educativos libres de violencia”), donde se presentan las características de 13 intervenciones y las evidencias científicas de las mejoras que han logrado.

Entre ellas, destacan dos que se han implantado en diferentes centros educativos a nivel mundial con excelentes resultados. Por un lado, el club de valientes violencia cero, que consiste en hacer el propio alumnado gestione la convivencia, rechazando de forma contundente cualquier actitud abusiva y reforzando las actitudes respetuosas y éticas. Quienes actúan de forma respetuosa y ética son “valientes”, valorados por el resto de la comunidad. En un principio, todo el alumnado es valiente si respeta las normas consensuadas y tiene dichas actitudes.

Tanto el profesorado como las familias y los estudiantes pueden reforzar esta valoración utilizando el lenguaje del deseo para dotar de valor y atractivo a aquellas personas que respetan las normas acordadas. Este lenguaje supone utilizar actos comunicativos, ya sean palabras, gestos o interacciones, que generen interés y deseo en los escolares que tienen comportamientos respetuosos e igualitarios.

Decidir las normas por consenso

La segunda opción es lo que se conoce como modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos. En este modelo se abren espacios de deliberación continua sobre las normas que deben regular la vida de un centro escolar. A través de esta deliberación, en la que participan todas las personas que lo deseen, se deciden las normas por consenso aportando argumentos de validez.

Tanto la participación de la comunidad como el diálogo igualitario alrededor de las normas son elementos clave. Esta forma de organización de la convivencia escolar ha demostrado contribuir a generar un ambiente educativo de respeto donde cada individuo en una escuela o instituto es responsable de que se cumplan las normas acordadas.

El papel de los espectadores

Estas actuaciones se encuadran en lo que la evidencia científica en convivencia escolar ha llamado la intervención del espectador o ser una persona upstander (se trata de un neologismo en inglés combinando la palabra “bystander”, literalmente, persona que está ahí, con “stand up”, levantarse).

Este planteamiento busca destacar el papel fundamental que tienen las personas que observan la situación de violencia y su capacidad de intervenir para detenerla. Las personas upstander actúan también protegiendo a las víctimas de diferentes formas, por ejemplo denunciando la agresión a responsables del centro, escuchándolas sin cuestionar su versión de lo acontecido, no dejándolas solas y ofreciendo su amistad. Este posicionamiento previene la violencia y mejora el clima escolar generando un ambiente donde las víctimas desean continuar en su centro al tener la tranquilidad de que su seguridad será garantizada.


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Mejor prevenir que castigar

Vistas las dificultades de enfrentarse a una situación de acoso escolar cuando ya ha sucedido, de reparar los daños a la víctima que a menudo en los casos más graves se ve empujada por las circunstancias a abandonar su centro educativo, resulta fundamental plantearse la prevención como una política activa.

La investigación nos muestra que las medidas preventivas basadas en la participación decisiva de la comunidad escolar y la bystander intervention contribuyen a un clima de respeto y solidaridad en el que los casos de acoso disminuyen significativamente o no se producen.

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