Juan F. López Giménez, Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra (IPBLN-CSIC)
Nuevas investigaciones apuntan a que ciertos compuestos psicodélicos o alucinógenos podrían reparar los daños cerebrales causados por trastornos como la depresión.
Las sustancias psicoactivas tienen consecuencias negativas bien conocidas para la salud. Pero también pueden cambiar la expresión genética de los usuarios y de sus hijos. He aquí cómo.
Perder a un ser querido, quedarse sin trabajo o romper con la pareja puede hacernos caer en una depresión. Pero hay otros muchos factores que lo favorecen, algunos genéticos y neurológicos, otros relacionados con la personalidad.
Tratar con una persona que sufre trastorno límite de la personalidad es complejo y las familias a veces no disponen de las herramientas suficientes para saber cómo afrontar lo cotidiano de estas relaciones.
La incidencia de la ansiedad y la depresión está aumentando al mismo ritmo que el uso de fármacos aprobados para tratarlas. Y, sin embargo, cada vez hay más casos de suicidios. ¿Qué está fallando?
A menudo las mujeres reciben un tratamiento farmacológico (que a veces no es eficaz) para aliviar su malestar psicológico. Para acabar con esta anomalía, se estudian estrategias alternativas.
Cada vez que la angustia o la preocupación nos invaden, es habitual que la mente se abarrote de pensamientos rumiantes o pensamientos obsesivos. Se trata de pensamientos dañinos, normalmente de intensidad elevada, que se mantienen durante largos períodos de tiempo.
A estas alturas hay pruebas irrefutables de que no se hace el mismo esfuerzo diagnóstico ni terapéutico en mujeres que en hombres. Entre otras cosas, las mujeres son infratratadas de enfermedades cardiológicas y coronarias.
El estrés puede provocar un desequilibrio en la microbiota y aumentar la permeabilidad de la barrera intestinal, favoreciendo que ciertos componentes bacterianos pasen a la sangre y alcancen el cerebro
Si buscamos en Instagram los términos ansiedad o depresión, la red social pondrá a nuestra disposición diferentes recursos de salud mental. ¿Son útiles? ¿Acudiría a ellos para gestionar sus emociones?
A la generación milenial y a la Z se les ha denominado la generación deprimida. ¿Por qué? ¿Han tenido más problemas que solventar? ¿O simplemente reconocen su malestar sin miedo a ser juzgados?
La alimentación está relacionada con nuestra salud mental. Cuanto más saludable es la dieta, menor es el riesgo de caer en las garras de la depresión. Diversos estudios lo corroboran, sobre todo asociados a la dieta mediterránea.
Actuar ante la presencia de las primeras señales depresivas de un niño o niña es positivo para que el problema no se agrave. Hay algunos comportamientos que podrían alertarnos.
Esta pandemia ha sido caldo de cultivo para el desarrollo de nuevas fobias y ha supuesto un aumento alarmante de los trastornos mentales en personas vulnerables o con predisposición.
La pandemia nos ha hecho pagar un importante peaje psíquico. Vivir confinados, inmersos en la incertidumbre, perdiendo seres queridos y trabajo, ha hecho flaquear la salud mental. Tanto hemos hablado de ella que parece que ha empezado a evidenciarse el peso que tiene.
La relación entre la depresión y la Navidad no es tan real como se pinta. Es más probable que este estado de ánimo se relacione con un Trastorno Afectivo Estacional y tenga que ver con la producción de determinadas hormonas.
¿Le ha pasado alguna vez que su mente haya desconectado durante una tarea para pensar en temas de lo más diverso? Es un fenómeno común, tiene nombre y quizá se relaciona con la ansiedad.
La ecoansiedad se relaciona con la preocupación por el cambio climático y con respuestas emocionales negativas ante sus efectos. Son necesarios más estudios para aclarar este concepto.
Con la llegada del otoño, parte de la población puede sufrir síntomas de carácter depresivo con mayor o menor intensidad o gravedad. Pero no debemos confundirlos con trastornos depresivos mayores.
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia