En 2021 las cadenas de suministro globales han estado sometidas a una enorme tensión que no parece que vaya a bajar en el corto plazo. En medio de este caos, las grandes vencedoras están siendo las empresas de transporte marítimo.
Mujeres uigures en una fábrica textil en la provincia china de Xinjiang.
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La deslocalización permite a las grandes corporaciones maximizar sus beneficios, pero esos rendimientos pueden generar consecuencias sociales muy negativas. Una de ellas, el trabajo forzado.
El efecto de la COVID-19 en las cadenas de suministro ha sido como ondas dibujadas en el agua al lanzar un guijarro: la China industrial, luego Japón y Corea del Sur y ahora las empresas de EE.UU. y Europa.