Los sistemas fiscales nacionales buscan atraer contribuyentes (a veces mediante ventajas fiscales) y evitar las evasiones de impuestos. El intercambio global de información ayuda a identificar activos no declarados guardados en el extranjero.
Recesión en 2008, pandemia en 2020, guerra en 2022, crisis climática y populismos, entre otros, generan una enorme incertidumbre. Hace 300 años el panorama parecía igual de sombrío pero la buena noticia es que, entonces, salimos adelante.
Si las empresas tienen una deuda tácita con las sociedades a las que sirven, ¿qué pasa cuando rompen ese contrato al no tomar medidas para mitigar el cambio climático o al socavar el tejido social de un país?
La pandemia ha evidenciado problemas preexistentes, ha acelerado tendencias, y ha barrido dogmas neoliberales que parecían incuestionables. Como ha ocurrido tras otras crisis, toca renovar el contrato social, y esta vez incorporando a todas las generaciones, presentes y futuras.
Tras la pandemia, la reorganización de las plataformas digitales tendrá objetivos poliédricos: ser económicamente viables, socialmente responsables, ambientalmente neutras y sanitariamente saludables.
El ciberespacio se presenta como una entidad apropiada para la singularidad tecnológica pero debe ser ordenado jurídicamente. Se requiere un nuevo contrato social para la revolución digital.