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Las anguilas necesitan una moratoria internacional como la de las ballenas

La anguila europea (Anguilla anguilla) es un pez bien conocido, pero quizás no lo sea tanto que dentro del género Anguilla existen otras 18 especies. Todas ellas realizan migraciones entre el mar, donde nacen, y los sistemas de agua dulce en los que crecen. Tras un periodo que puede sobrepasar los 20 años, alcanzan la madurez y vuelven al mar para reproducirse y morir.

Estas migraciones han envuelto en un halo de misterio a las anguilas. Pero tanto misterio y fascinación no han sido barrera para que las anguilas fuesen también comida.

Todas las culturas que han tenido anguilas a mano se han alimentado de ellas. En yacimientos paleolíticos de toda Europa son frecuentes los restos de anguila. Las Relaciones de Felipe II dan cuenta del gusto por las anguilas de las gentes del centro de España a finales del siglo XVI. Pocos años después, en la costa de lo que hoy es Massachusetts, los maltrechos tripulantes del Mayflower festejaban en el primer Acción de Gracias norteamericano la ayuda recibida de parte de los nativos, buena parte de la cual fueron anguilas (para muchos, éstas, y no el pavo, deberían ser el símbolo de la celebración).

Anguila americana (Anguilla rostrata) Wikipedia, CC BY-SA

La gastronomía contemporánea da múltiples usos a las anguilas, desde los ahumados europeos al Jangeo-gui coreano o el all-i-pebre de Valencia. Se puede decir que comer anguilas es una de esas cosas de toda la vida. Pero la industrialización y globalización de la explotación de las anguilas han provocado su colapso.

Es necesaria una moratoria.

Moratoria ballenera

A lo largo del siglo XX se cazaron casi 3 millones de grandes cetáceos. Ante el evidente declive de algunas especies, en 1946 se creó la Comisión Ballenera Internacional, con la misión de garantizar “la conservación de los recursos para (…) el desarrollo ordenado de la industria ballenera”. Con el transcurso de los años se fue haciendo evidente el fracaso de esa misión, ya que las poblaciones de grandes cetáceos no podrían resistir la presión de caza que sufrían. Era necesario un cese de la actividad.

Evolución de las capturas de 4 de las especies mas intensamente perseguidas por la industria ballenera a lo largo del siglo XX: ballena azul (Balaenoptera musculus), rorcual común (Balaenoptera physalus), rorcual boreal (Balaenoptera borealis) y cachalote (Physeter macrocephalus), éste último ilustrado abajo. Autor, adaptado de https://ourworldindata.org/grapher/whale-catch

Tras varios intentos infructuosos, en 1982 se acordó la moratoria de la actividad ballenera, implementada desde 1986. Para alcanzar la mayoría necesaria para la moratoria fue fundamental el papel de países miembros pero sin industria ballenera (como Mongolia, Austria o Mali), así como el cambio de posición de algunos países que sí cazaban ballenas, entre los que destacó España.

Solo dos meses antes de la votación, España se oponía a la moratoria porque decía ejercer un “control absoluto y verdaderamente ejemplar sobre la caza de las ballenas”. Sin embargo, cambió su voto in extremis, y fue determinante en la aprobación.

Aún así, España mantuvo su actividad ballenera hasta el límite de lo permitido. En octubre de 1985 se mató en aguas gallegas un rorcual común, la última captura de la industria ballenera española.

La moratoria ballenera tiene sin duda puntos débiles, pero es un éxito colectivo de la humanidad. Tomándola como ejemplo, David Attemborough ha dicho:

“Conocemos cuáles son los problemas y cómo resolverlos. Lo único que nos falta es la acción colectiva”.

Y eso es exactamente lo que nos falta con las anguilas.

Hacia una moratoria anguilera

Una moratoria internacional como la ballenera sería la medida más eficaz para conservar las anguilas. La acción coordinada internacional es imprescindible para abordar problemas que afectan a múltiples especies, cuya distribución abarca muchos países y que son objeto de comercio internacional. La moratoria debe implicar un cese total de la actividad pesquera por un periodo razonable (al menos una década) y la prohibición total de la comercialización de productos de anguila, en cualquier formato.

Las especies de anguila más intensamente explotadas y amenazadas son las de zonas templadas del hemisferio norte, además de la europea, la japonesa (A. japonica) y americana (A. rostrata). Hace nada menos que 20 años la Declaración de Quebec hacía un llamamiento urgente para la protección de estos peces. Diez años después la situación no había mejorado en absoluto, y sigue sin hacerlo. Mantener la explotación impedirá cualquier posible recuperación y, finalmente, llevará a la extinción de estos maravillosos animales.

Evolución 1960-2000 de un índice de abundancia de juveniles de las tres especies de anguilas mas explotadas y amenazadas: japonesa (Anguilla japonica), europea (Anguilla anguilla) y americana (Anguilla rostrata). El mapa superior muestra sus áreas de distribución.

Que la moratoria afecte a las anguilas en general, y no a especies concretas, es fundamental en el contexto de la globalización de la cocina japonesa, que concentra la mayor parte del uso de anguila a nivel mundial. Las anguilas (unagi) son un elemento omnipresente en cartas de restaurantes japoneses de todo el mundo. Este uso masivo de la anguila es el motor de su tráfico ilegal, que es el mayor delito contra la fauna a nivel mundial y afecta a múltiples especies.

Pero los problemas de la anguila no se limitan a la ilegalidad ni a la cultura japonesa. Por toda Europa se siguen comiendo legalmente grandes cantidades de anguila, y su consumo se promueve en diversos festivales gatronómicos. En España, la angula, antaño abundante y barata, se encareció al escasear, haciéndose un producto exclusivo. En vez de abandonar el consumo, esa exclusividad espoleó el interés por la angula, como signo de estatus, derivando en una mayor intensidad de la explotación, más escasez, más precio y mayor imagen de exclusividad. Se genera una espiral que, sin regulación externa, terminará con la extinción.

Anguila europea en un río de Girona. Autor: Lluís Zamora.

Por el camino

Coordinar acciones internacionales de conservación no es sencillo, pero la moratoria ballenera muestra que es posible. Y en ese camino son importantes las decisiones tomadas a nivel regional o estatal.

En el caso de la anguila europea son cruciales las decisiones tomadas por el Consejo de Agricultura y Pesca, supuestamente atendiendo a las recomendaciones del Consejo Internacional para la Exploración del Mar. Sin embargo, hace más de 20 años que se recomienda vedar la especie, y nunca ha sido atendida. Como ocurría en la Comisión Ballenera Internacional, los países y regiones que explotan comercialmente la anguila, junto con los lobbies relacionados con esta explotación, han movido sus fichas para mantener la actividad.

España ha sido tradicionalmente muy activa en la defensa de la pesca de la anguila. En las condiciones actuales esta postura es una apuesta por la extinción de la especie. Repitiendo los argumentos de 1982 sobre la caza de ballenas, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación cree que la pesca puede mantenerse porque se trabaja en otros ámbitos (repoblaciones, gestión de depredadores, mejoras de hábitat, en todos los casos medidas cuestionables) para tener la situación bajo control. Un espejismo.

Los días 10 y 11 de diciembre se reúne el Consejo Europeo de Agricultura y Pesca. España tiene la oportunidad de cambiar su papel tradicional y pasar a defender la conservación de la anguila, como hizo con las ballenas. Europa tiene una nueva oportunidad de atender al consejo de los expertos e implantar una veda. Y, en conjunto, tenemos la oportunidad de generar ejemplos que sirvan para construir una moratoria global para las anguilas.

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