La escritura es una competencia básica para la vida: ayuda a pensar, genera y fija conocimientos y nos permite participar activamente en la comunidad. Enseñar y aprender a escribir es un proceso complejo, que implica que quien enseña y quien aprende participen activamente en este objetivo.
Hay que leer, pero también saber leer. Y leer de todo para habituarnos a entender cualquier texto. Hay que leer para evitar cometer faltas de ortografía. Escribir con corrección asegura una claridad de ideas necesaria para cualquier acto comunicativo.
Ni confundir izquierda y derecha es un síntoma determinante de dislexia, ni los niños disléxicos tienen un cociente intelectual más bajo. Alrededor de este trastorno, que afecta a entre el 5 y el 10 % de la población, existen muchos mitos.
¿Hay que esperar un diagnóstico de dislexia o discalculia para comenzar a intervenir? La respuesta es no. Desde edades muy tempranas se puede predecir si un niño o niña tendrá problemas con la lectura, la escritura y las matemáticas. Por eso, no espere demasiado.
Las familias se sienten presionadas en muchas ocasiones a la hora de enseñar a leer a sus hijos e hijas. Sin embargo, si la maduración neurobiológica no está en el momento justo para ello, las consecuencias pueden ser negativas para la autoestima y la motivación por aprender.
Aunque dominemos la escritura formal, para transmitir nuestro mensaje en la red de manera eficaz necesitamos entender sus normas particulares. El lector ‘online’ necesita concisión y pistas visuales.
A escribir se aprende leyendo, y leyendo de forma consciente y reflexiva. La lectura, ya sea individual o conjunta con otras personas, visualizando y siguiendo el texto, nos acerca a conocer con detalle cómo se escribe y cómo son las diversas y distintas escrituras que se pueden realizar.
Escuchar cuentos, historias o cualquier narración, ya sea leída por otras personas o mediante el uso del audiolibro, promueve la capacidad de comprensión lectora futura. El narrador del audiolibro se convierte en un modelo de “buen lector”. Sí, además, se intenta leer al mismo tiempo que se escucha, se puede ver incrementada la fluidez lectora.
Acompañar a los niños en el proceso de leer y escribir es fundamental para que en el futuro no pierdan el hábito. El proceso de lectoescritura requiere de un adulto que ejerza de modelo e implica tiempo.
Utilizamos las imágenes para interactuar y entender el mundo. El pensamiento visual es un proceso esencial de la educación. Sin embargo, ¿por qué algo tan importante no se estudia en el colegio?
A ellos los conocemos. Escritores de las generaciones del 98, del 27, del 50. Pero… ¿había mujeres en esos grupos literarios? ¿Se dedicaban ellas también a la poesía?
La comunicación escrita, cuando se hace correctamente, da una buena imagen de quien escribe. Por el contrario, hacerlo de forma incorrecta puede suponer incluso la pérdida de un posible empleo.
Profesora de Didáctica del Lenguaje y Literatura Infantil y miembro del GRELL (Grupo de Investigación en Educación, Lenguaje y Literatura), Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya
Profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Departamento de Traducción e Interpretación y Comunicación Multilingüe, Universidad Pontificia Comillas
Profesor de Ingeniería Telemática en el Departamento de Ingeniería de Telecomunicación y miembro del Grupo de Robótica, Automática y Visión por Computador, Universidad de Jaén