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Cómo prevenir la violencia de pareja desde los centros educativos

Las conductas violentas en las relaciones románticas entre adolescentes se han convertido en un área prioritaria de análisis e intervención, y en un problema de salud pública con importantes implicaciones sociales, físicas y psicológicas.

En esta categoría se incluye la ciberviolencia, ya que en las últimas décadas la violencia en las relaciones entre adolescentes y jóvenes ha ido modificándose de forma muy sutil y a menudo es difícil de detectar.

Entendemos por ciberviolencia en la pareja aquella que se da a través de los medios tecnológicos, bien de forma directa (subiendo fotos comprometidas de la expareja, realizando amenazas a través de las redes sociales, etc.) o de forma más sutil, mediante el control (exigir a la pareja sus claves para tener acceso a sus cuentas de redes sociales o enfadarse si ve que está en línea pero no le responde en seguida).

La ciberviolencia, al igual que otros tipos de violencia, conlleva también serias consecuencias: baja autoestima, ansiedad y depresión. En el caso de suceder durante la adolescencia, afecta a la formación psíquica y cognitiva en general, al establecimiento de futuras relaciones sociales, y a su correcto desarrollo afectivo–social.

Por ello, la Organización Mundial de la Salud subraya que hay que empezar a trabajar en la prevención de la violencia en la preadolescencia y que se deben desarrollar programas de prevención en el contexto educativo. Estos deben tener en cuenta todos los tipos de violencia que se dan en el espacio ciber, incluir contenidos sobre relaciones románticas sanas y estrategias de intervención para evitar y poner fin a las relaciones románticas que no son sanas.

Nuevas formas de agresión

Las nuevas tecnologías se han convertido en el caldo de cultivo perfecto para la aparición de nuevas formas de agresión. Por otro lado, los cambios culturales han conllevado a su vez cambios en los sistemas de valores, los ideales, y los modos de concebir y experimentar la realidad que tienen los individuos.

En este sentido, se ha constatado que las tasas de violencia en sus diferentes formas van en aumento y se tiende a normalizar entre los adolescentes la violencia (y no sólo entre aquellos más vulnerables o que presentan trastornos psicológicos), en todos los contextos, incluido el contexto de pareja.

Este nuevo escenario representa un importante reto para la investigación y la intervención en el ámbito de la psicología y la educación, dada la dificultad para dar respuesta a estas cuestiones siguiendo los paradigmas en los que estas disciplinas se han apoyado hasta el momento.

Existe una necesidad de intervenir de manera preventiva en la ciberviolencia de pareja entre adolescentes y jóvenes y parece evidente también la necesidad de que esa prevención llegue antes de la edad adulta.

Shutterstock / SB Arts Media

Un programa eficaz

Dada la aparición cada vez más temprana de este fenómeno y las consecuencias que tiene entre adolescentes, el equipo de investigación PSIDES de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), compuesto por psicólogos y educadores sociales, realizó una revisión sistemática de los programas de prevención de la ciberviolencia entre parejas.

Teniendo en cuenta que se encontraron pocos programas con evidencias sobre su eficacia para hacer frente a esta problemática, el grupo de investigación decidió crear un programa de prevención de la ciberviolencia en las relaciones de pareja destinado en específico a adolescentes de entre 12 y 15 años.

Este programa se ha implementado de forma piloto en tres centros escolares de la comunidad autónoma vasca y en un centro escolar de México. Los resultados preliminares de nuestro programa, aún no publicados, indican que ayuda al alumnado participante a ser más consciente de lo que es la ciberviolencia en la pareja, a identificar mejor los riesgos de internet, a ser más críticos ante los mitos del amor romántico y a mostrar menos actitudes sexistas, entre otros.

Algunas de las claves para desarrollar la prevención son:

  1. Ayudar a construir un autoconcepto y autoestima saludables, ya que el autoconocimiento y la autovaloración positiva son fundamentales para aprender a protegernos.

  2. Aprender a regular emociones, especialmente la ira. Ser capaces de identificar situaciones que nos generan ira, reflexionar sobre los componentes emocionales, conductuales y cognitivos de la ira, y plantearnos posibles alternativas más adaptativas.

  3. Reflexionar sobre los estereotipos de género, identificando los estereotipos más comunes en la sociedad e implícitos en nuestras actividades cotidianas y, reflexionando sobre la relación que pueden tener con la violencia en la pareja.

  4. Conocer los mitos sobre el amor romántico, aprender a detectarlos y analizarlos desde una visión crítica.

  5. Analizar lo que se consideran conductas de riesgo en internet y en las redes sociales.

  6. Detectar los diferentes tipos de violencia en las relaciones de pareja, las personas implicadas (agresor o agresora, víctima y testigos) y sus consecuencias. Especial atención requiere la ciberviolencia, por su riesgo de normalización entre las personas jóvenes.

Estrategias y compromisos educativos

Dado que las personas menores de edad tienen derecho a una educación integral, los profesionales que intervienen con estos menores deben proporcionarles, además de conocimientos académicos, una educación que les ayude a desarrollarse plenamente en todas las facetas de la vida.

Como señala la actual ley de educación española, el sistema educativo tiene que trabajar entre otras la educación para la salud, la educación emocional y en valores, entre los que se incluye la igualdad entre hombres y mujeres como pilar de la democracia.

Es decir, el sistema educativo debería garantizar una educación en igualdad y para la igualdad con especial atención a los problemas de su tiempo y de su entorno para poder contribuir a la formación de personas versátiles, participativas y concienciadas al respecto.

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