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¿Existen dietas específicas para reducir los síntomas de la enfermedad de Crohn?

La enfermedad de Crohn (EC) es una enfermedad inflamatoria que afecta, fundamentalmente, a la zona final del intestino delgado y al intestino grueso. Pero también puede manifestarse en otras localizaciones a lo largo de todo el tubo digestivo.

Se trata de una patología crónica de carácter intermitente. Entre los síntomas más frecuentes encontramos dolor abdominal, pérdida de peso, fiebre, anemia, diarrea y sangrado. Además, aumenta el riesgo de sufrir obstrucciones intestinales y cáncer de colon.

Con motivo del Día Mundial de la Enfermedad de Crohn nos preguntamos si existen dietas específicas que ayuden a disminuir los síntomas provocados por esta afección. Aunque no hay una solución definitiva, hay algunas dietas con una evidencia científica más extensa.

El enigma del origen del Crohn

Sus causas no se conocen en detalle. Sin embargo, parece importante una respuesta inmune inapropiada frente a las bacterias intestinales (la microbiota) en individuos especialmente sensibles.

Esta activación inmune dispara un círculo vicioso con inflamación de la mucosa intestinal, que aumenta su permeabilidad, lo que favorece la invasión de bacterias y agudiza la inflamación y el daño.

Aunque tiene una base genética, los factores ambientales son igualmente importantes. De hecho, la incidencia de la enfermedad aumenta con el modo de vida occidental. Esto sucede incluso entre personas inmigrantes en cuyos países de origen la incidencia es mucho menor.

Entre los factores ambientales, encontramos que la dieta es un elemento fundamental, ya que influye en la composición de la microbiota y determina el carácter aislante de la mucosa.

Los estudios sobre la influencia de los componentes de la dieta frecuentemente presentan discrepancias entre los resultados obtenidos con animales de laboratorio y los datos clínicos. De hecho, estos últimos aún no son suficientemente robustos.

Existen péptidos y aminoácidos con propiedades antiinflamatorias (triptófano, glutamina y cisteina o derivados de la soja y leche), que se han probado en animales pero los ensayos en humanos con estos compuestos aún son limitados.

Dulces, grasas, vitaminas e inflamación

En cuanto a las evidencias que se han encontrado a lo largo de los años, encontramos una fuerte correlación entre los bajos niveles en sangre de vitamina D y la Enfermedad de Crohn. A pesar de ello, son necesarios más estudios para demostrar la efectividad de la administración de suplementos vitamínicos.

Por su parte, existen más evidencias sobre el efecto negativo de una dieta alta en grasas. Particularmente, colesterol, grasas animales, ácidos grasos trans y ácido linoleico, un ácido graso poliinsaturado omega-6 precursor de moléculas con propiedades proinflamatorias.

Por el contrario, observaciones epidemiológicas revelaron una baja incidencia de la inflamación digestiva en los esquimales, cuya dieta es rica en pescado azul. Estos pescados (ricos en ácidos grasos omega-3) y aceites como el de oliva presentan efectos antiinflamatorios. De esta forma, se consideran potencialmente útiles para el tratamiento de la EC, tal y como se ha demostrado en animales de experimentación.

Aunque estos resultados son buenos, los que se han realizado en humanos son contradictorios. Por eso, se necesitan más estudios para generar un consenso respecto a las recomendaciones sobre estos alimentos para los pacientes de Crohn.

Por último, con respecto al efecto de los dulces, tampoco hay resultados concluyentes.

¿Probióticos o prebióticos?

Los pacientes de EC muestran una microbiota menos variada que el resto de la población. Tienen menos niveles de bacterias beneficiosas y cantidades incrementadas de otras perjudiciales.

Los prebióticos son fibras vegetales especializadas que estimulan el crecimiento de las bacterias beneficiosas en el intestino. Por su parte, los probióticos son diferentes, ya que contienen organismos vivos, generalmente cepas específicas de bacterias, que se añaden directamente a la población de microbios sanos en el intestino.

En la mayoría de los casos, la administración de estos probióticos no produce un efecto duradero en los pacientes. Pero este objetivo puede obtenerse suministrando prebióticos, es decir, sustancias que estimulan selectivamente a las bacterias beneficiosas.

Ciertos prebióticos han demostrado ser capaces de restaurar de este modo la integridad de la mucosa y reducir la inflamación. De hecho, se ha observado que la fibra disminuye la probabilidad de sufrir brotes de EC.

Mejores dietas para la enfermedad de Crohn

La mayoría de los pacientes con Crohn emplean algún tipo de dieta cuando se ven afectados por un brote inflamatorio. Muchas veces se trata de dietas no respaldadas científicamente. Por eso, es fundamental conocer cuáles son las más estudiadas en ensayos clínicos:

  • Nutrición enteral. En esta dieta, los pacientes obtienen el 100 % de su alimentación en forma líquida durante entre 4 y 12 semanas. Sus efectos positivos han quedado demostrados, especialmente en pacientes pediátricos. Sin embargo, en adultos su aplicación es incómoda y es difícil conseguir su fidelización.

  • Dieta específica en carbohidratos. Esta fue formulada inicialmente para el tratamiento de la EC en niños y se denomina también la “dieta del plátano”. Requiere ingerir frutas, además de derivados lácteos, carne y verduras, evitando los cereales. Todo ello con el fin de reequilibrar la microbiota intestinal. Los estudios aún son escasos, especialmente en adultos, pero han dado buenos resultados.

  • FODMAP. Esta palabra es un acrónimo de “Fermentable Oligo-, Di-, Mono y Polyols”. Una dieta baja en FODMAP (es decir, baja en trigo, cebollas, judías, frutas y sorbitol) parece reducir algunos de los síntomas de la EC, aunque no la inflamación.

    Como estos alimentos son importantes moduladores del microbioma intestinal (la mayoría o todos los prebióticos son FODMAPS), además de una importante fuente de vitaminas y minerales, su restricción puede ocasionar déficits nutricionales, por lo que su uso debería ser limitado y bajo supervisión médica.

  • Dieta semivegetariana. Dado que la alta ingesta de carne y grasas parecen contribuir al desarrollo de la EC, diversos autores han propuesto una dieta semivegetariana.

    Los estudios en apoyo de esta hipótesis han dado resultados ambivalentes y son aún muy escasos como para poder considerarla como alternativa. Lo mismo puede decirse de otras dietas como la paleolítica que, además, pueden inducir estados carenciales importantes, sin que su aportación a la solución de la EC haya sido probada.

En definitiva, los hábitos alimentarios pueden estimular o paliar la gravedad de los síntomas de la enfermedad de Crohn, aunque son sólo un factor más en su desarrollo. Es necesario seguir investigando para determinar cuáles son los más beneficiosos para estos pacientes.

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