Se han encontrado más de 500 regiones en el genoma que, si se alteran, pueden asociarse a comportamientos antisociales y adicciones. Incluso son más propensas a padecer ciertas enfermedades, a encontrarse sin empleo y a las condenas penales.
Estudiar el material genético del SARS-CoV-2 nos ha permitido saber más sobre este patógeno, pero ¿cómo hemos llegado a tener la capacidad de descifrar el genoma?
Como si fuera un gran libro de instrucciones, el ADN del interior de los esqueletos recoge características de una persona como el color de pelo o la talla. Con el paso del tiempo, las letras de este libro pueden borrarse, y para obtener la información los científicos aplican técnicas de genética molecular que acaban destruyendo muestras únicas. Una nueva técnica evita esa destrucción.
Recientemente se ha demostrado que, tras el accidente nuclear de Chernóbil, la radiactividad produjo roturas en el ADN de afectados. Y que, durante su reparación por parte de las células, hubo genes que se fusionaron de manera algo caótica.
¿No sería maravilloso poder prolongar nuestro árbol genealógico hasta nuestros ancestros más remotos, es decir, hasta el propio origen de la vida? Los científicos cada vez acumulan más pistas.
Una investigación reciente identifica cinco mutaciones genéticas en personas centenarias, que podrían explicar por qué algunos viven casi tantos años que Matusalén. Aunque la dieta y el ejercicio también ayudan.
A estas alturas de la pandemia todos hemos oído hablar de la técnica de la PCR. Pero, ¿sabemos qué es una PCR y cuándo se utiliza? ¿Tenemos claro cuáles son los errores más comunes que pueden surgir?
Aún sin estar resuelta la cuestión de si los virus son o no seres vivos, aparece una nueva incógnita en la ecuación de su ADN: un compuesto, Z, presente también en restos de meteoritos.
Conseguir respaldo para su expedición con un origen incierto y desconocido fue una proeza de Cristóbal Colón. 500 años después de su muerte, un análisis de ADN busca acabar con la incógnita.
¿Pueden las vacunas de ARN mensajero como las de Pfizer/BioNTech o Moderna modificar nuestro genoma causando daños desconocidos e irreparables? La respuesta es negativa y las razones no son pocas
¿De qué depende que un mamífero sea macho o hembra? Hasta ahora se creía que de un único gen, localizado en el cromosoma Y. Pero podría tratarse de solo un trozo de gen, según estudios en ratones.
Francesc Palau, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Una enfermedad se denomina “rara” si su prevalencia es menor de 5 cada 10.000 habitantes. Pero son, que sepamos, algo más de 6.000. Juntas plantean todo un desafío para el sistema sanitario.
Un estudio holandés ha identificado problemas inmunitarios causados por defectos en el gen TLR-7 que podrían hacer a algunos pacientes más vulnerables al coronavirus causante de la COVID-19.
El trabajo de esta química británica fue clave para determinar la estructura del ADN, un descubrimiento merecedor de un Premio Nobel. Sin embargo, sus aportaciones fueron largo tiempo olvidadas.
La pandemia de COVID-19 ha sacado a la luz que necesitamos protocolos analíticos innovadores y rápidos. La secuenciación por nanoporos destaca por su rapidez, flexibilidad y bajo coste de inversión.
Pequeñas diferencias individuales en el genoma podrían influir en la gravedad y desarrollo de la COVID-19. Lo que explicaría en parte por qué unos son asintomáticos y otros sufren neumonías graves.
Un escenario probable de futuro es que, en el proceso de selección y mutación del nuevo coronavirus, acaben imponiéndose los mutantes menos agresivos. Y se reduzca su virulencia.
El análisis genético ha rastreado los pasos evolutivos de los humanos modernos hasta llegar a un humedal prehistórico que abarcaba partes de la actual Botsuana, Namibia y Zimbabwe.
Una nueva tecnología ha permitido a los neurocientíficos examinar la química de las células cerebrales individuales. El hallazgo revela cómo los genes se regulan de manera diferente en las células cerebrales de las personas con autismo en comparación con las personas neurotípicas.
Chercheur en génétique des populations et biologie évolutive, directeur de recherche au Centre de Biologie pour la Gestion des Populations de Montpellier, Inrae