Ignasi Belda, Universitat Internacional de Catalunya
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, una corriente de emigrantes franceses pobló la Monarquía Hispánica. En ella destacan los migrantes originarios de Auvernia que se instalaron en el Levante.
Para soportar los cambios de época, las instituciones han de ser capaces de acoger lo cambiante en su seno. Dotan de estabilidad porque sirven de cauce y, aunque las aguas bajen revueltas, el cauce sigue siendo por donde bajan.
Se puede cuestionar la Monarquía, pero también cabe defender que, desde 1978 hasta hoy, esta institución no ha sido obstáculo para políticas democráticas o progresistas.
La última hoja de servicios de Juan Carlos I exige su ostracismo, pero también que renuncie al privilegio de una incomprensible inmunidad, al igual que debería hacer Felipe VI por bien de la institución.
El monarca supervisó un plan para desplazar a franceses y británicos de la trata de esclavos y liberar el comercio de esclavos. Él mismo se convirtió en el mayor propietario de esclavos de la Monarquía.