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Joven cuidadora ayudando a una anciana.

La incontinencia en residencias geriátricas: un problema invisibilizado que tiene solución

La población de residentes geriátricos se ha vuelto cada vez más compleja y dependiente en los últimos años, y esta tendencia no parece que vaya a cambiar a corto o medio plazo. La fragilidad de los residentes conlleva varios problemas de salud, entre ellos la incontinencia urinaria, uno de los grandes síndromes geriátricos. A pesar de su importante impacto, agravado durante la pandemia, tanto residentes como profesionales suelen obviar el tema e incluso desconocer cómo tratarlo.

La incontinencia urinaria afecta a entre un 50 y un 80 % de las personas mayores que viven en residencias geriátricas. Se asocia con diversos problemas físicos (declive funcional, úlceras por presión, caídas, infecciones), cognitivos (demencia) y psicosociales (limitación de actividades y relaciones, depresión).

Las causas de la incontinencia urinaria son diversas e incluyen la debilidad de los músculos del suelo pélvico y la disfunción neurológica. En las personas mayores, la incontinencia de urgencia es su forma más frecuente y consiste en pérdidas de orina asociadas al deseo imperioso de ir al baño, provocadas por la contractilidad aumentada de la vejiga. Además, los problemas de próstata, frecuentes en varones, pueden provocar incontinencia.

En residencias geriátricas, la incapacidad cognitiva y funcional puede provocar lo que se ha denominado “incontinencia funcional”. En estos casos los residentes pueden conservar la continencia, pero la falta de personal para ayudar en las transferencias al baño acaba incitando a la micción fuera del servicio y, finalmente, la incontinencia establecida.

A pesar de su impacto, el problema tiende a silenciarse o a no tratarse. Las personas que lo sufren en ocasiones no lo expresan por vergüenza, lo consideran un aspecto normal del envejecimiento e incluso piensan que no tiene solución. Además, los profesionales tienden a tener una formación insuficiente y a considerarlo un tema poco motivador. De hecho, la gestión de la incontinencia urinaria en las residencias suele basarse tan solo en la contención pasiva mediante el uso de productos absorbentes (sobre todo pañales).

¿Cómo solucionar la incontinencia en residentes geriátricos?

Para un problema complejo y multifactorial como este se recomienda la combinación de diversas estrategias terapéuticas.

El entrenamiento de la musculatura pélvica mediante ejercicios de Kegel resulta efectivo. Se recomienda la supervisión de un fisioterapeuta para conseguir una adecuada contracción del suelo pélvico y también puede ayudar el uso de la biorretroalimentación o electroestimulación. A pesar de su efectividad, este tipo de ejercicios se encuentran limitados por la adherencia a los mismos y también cuando la persona mayor presenta problemas cognitivos.

La combinación de este tipo de ejercicios con intervenciones nutricionales (distribución de la ingesta de líquidos, evitar cafeína) y de movilidad general parece ser aún más efectiva.

En residencias geriátricas, las estrategias comportamentales asistidas por un cuidador o profesionales resultan útiles. Por ejemplo, el entrenamiento de la vejiga consiste en establecer un horario determinado de micción, comenzando con una mayor frecuencia y, a medida que la persona mayor aprende a reprimir el deseo de orinar, el intervalo se alarga gradualmente hasta las dos o tres horas.

En el vaciamiento motivado se pregunta al residente si tiene ganas de orinar y, si fuese necesario, se le asiste para ir al baño. Este tipo de técnicas se pueden complementar con el uso de un diario miccional que contemple la rutina urinaria. A pesar de su demostrada efectividad, este tipo de estrategias se aplican en una minoría de residentes, por desconocimiento o por el tiempo que requiere por parte de los profesionales.

La educación del paciente también desempeña un papel importante. Por ejemplo, para evitar posibles pérdidas de orina asociadas al síntoma de urgencia, se puede explicar a la persona mayor que la realización de cinco contracciones del suelo pélvico pueden disminuir el deseo de orinar y así conseguir ir al baño con calma.

El uso de fármacos aún no ha demostrado evidencia robusta y puede provocar efectos adversos. Por tanto, no parece ser la solución, al menos en la actualidad.

Algunas de las principales barreras para la gestión efectiva de la incontinencia en el ámbito residencial son la falta de personal capacitado y de tiempo para atender a los residentes debido a sus altas cargas de trabajo. Además, este plan de formación debe incluir métodos de comunicación para que los profesionales puedan fomentar la confianza en los residentes, permitiéndoles hablar abiertamente sobre la incontinencia sin tener la preocupación de ser juzgados.

Por tanto, es fundamental mejorar la formación del personal en el manejo de la incontinencia urinaria, así como proporcionar recursos adecuados para garantizar que los profesionales de la salud tengan el tiempo y los medios para proporcionar una atención adecuada a los residentes.

Retos y líneas de futuro

A pesar de la variedad de soluciones, aún hay mucho que aprender en este campo, en general poco estudiado.

Los avances tecnológicos y los recursos humanos son dos áreas fundamentales de desarrollo futuro en el manejo de la incontinencia urinaria.

Enfoques innovadores como el ultrasonido o sensores de humedad pueden emplearse para complementar los enfoques tradicionales, pero aún no se ha encontrado una solución eficiente.

Es importante proporcionar una buena capacitación a los profesionales, así como financiación adecuada para las residencias geriátricas, con el fin de mejorar la calidad de vida de los residentes y reducir el impacto de esta afección en su bienestar. La gestión efectiva de este problema requiere un enfoque multidisciplinario que involucre a profesionales de la salud, residentes, familias y otros miembros del equipo de cuidados.

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