Es innegable que, a lo largo de la historia, la educación musical ha desempeñado un papel fundamental en el desarrollo cultural y académico de los estudiantes. Además, la música se erige como un elemento central en la adquisición de la competencia en expresiones culturales, lo que la convierte en una materia imprescindible dentro del aprendizaje competencial que hoy promueven la mayoría de enfoques pedagógicos.
Numerosos estudios científicos avalan que la educación musical cumple una función fundamental en el desarrollo de habilidades cognitivas y socioemocionales en niños y jóvenes, ya que la práctica musical potencia la memoria, la concentración, la creatividad y la autoexpresión.
Asimismo, promueve la empatía y el trabajo en equipo, ya que con frecuencia implica la puesta en práctica del trabajo colaborativo, convirtiéndose en un poderoso medio de comunicación y expresión emocional.
Música, sí, pero ¿qué música?
Los drásticos cambios que ha experimentado la sociedad en los últimos años suscitan dudas sobre si el enfoque actual de la enseñanza musical sigue siendo pertinente y efectivo para las generaciones más jóvenes, o si es necesario modernizar la enseñanza de la música para incorporar nuevas tendencias musicales que les resulten más cercanas y atractivas.
A medida que la sociedad avanza y evolucionan los gustos musicales, la enseñanza musical tradicional puede parecer desconectada de la vida cotidiana de los jóvenes, lo que hace necesario adaptarse a estos cambios para mantener su relevancia y eficacia.
Brecha generacional docente-alumno
Uno de los principales desafíos en la educación musical actual radica en la brecha generacional que separa a los docentes de los estudiantes. Muchos profesores han sido formados en una tradición musical que puede parecer distante de los gustos y preferencias de la generación actual. Esto puede conducir a una falta de conexión entre el contenido de las clases de música y la cotidianeidad del alumnado.
Para superar esta brecha, es fundamental que los educadores estén dispuestos a explorar y comprender los géneros y estilos musicales que interesan a los jóvenes.
Más géneros y enfoques
Explorar y actualizarse no significa necesariamente abandonar por completo la música clásica o tradicional, sino más bien incorporar una variedad de géneros y enfoques que conecten a los docentes con los estudiantes y los acerquen a la música de una manera más relevante.
La modernización del aula de música no se limita únicamente a la inclusión de géneros populares; también implica abrazar la diversidad musical en todas sus manifestaciones.
Enfoque multicultural
La música es un lenguaje universal que abarca una amplia gama de culturas y tradiciones. La enseñanza de música de diferentes partes del mundo no solo enriquece la experiencia musical de los estudiantes, sino que también fomenta la comprensión intercultural y la apreciación de la diversidad.
Además, es importante reconocer que los gustos musicales varían ampliamente entre los jóvenes. Estos se interesan por múltiples estilos musicales y formas de expresión musical por lo que la modernización del aula de música debe ser inclusiva y permitir que los estudiantes exploren y desarrollen sus propios intereses musicales dentro de un entorno educativo.
El papel de la tecnología
No podríamos hablar de cambio sin considerar el fuerte impacto de la tecnología en la educación musical porque desempeña un papel crucial en su modernización. La era digital ha brindado a los estudiantes un acceso instantáneo a una serie de recursos musicales que acercan al alumnado a un conocimiento que hace años era impensable.
Pero no solo es una fuente inagotable para el alumnado: los educadores pueden aprovechar esta tecnología para enriquecer su docencia y permitir que los estudiantes exploren una amplia variedad de estilos y géneros musicales, aprovechando numerosas posibilidades didácticas que ofrecen las herramientas tecnológicas.
Las aplicaciones y el software especializado pueden ayudar a los estudiantes a aprender a tocar instrumentos de manera más eficiente y a componer música de forma más accesible.
La tecnología también facilita la colaboración musical en línea, lo que permite a los estudiantes conectarse con otros músicos y compartir sus creaciones, lo que contribuye a la democratización de la música y disminuye el carácter elitista que a veces se asocia con la educación musical.
Escucha activa y práctica mejor que teoría
Otro de los cambios sustanciales para la modernización de la clase de música pasa por minimizar la enseñanza teórica y la escucha pasiva. Los estudiantes deben tener la oportunidad de participar activamente en la creación musical.
La práctica activa no solo hace que la música sea más relevante y atractiva para los estudiantes, sino que también les proporciona habilidades prácticas que pueden aplicar en su cotidianeidad. Aprender a tocar un instrumento desarrolla cualidades como la disciplina y la perseverancia que resultan valiosas en todas las áreas de la vida.
El papel del docente
Pese a los avances anteriormente citados los docentes son sin duda los que desempeñan un papel fundamental en la modernización del aula de música. Deben actuar como facilitadores de la exploración musical y fomentar la creatividad de los estudiantes.
Esto implica estar dispuestos a adaptarse y aprender junto con los jóvenes, en lugar de imponer un enfoque rígido y tradicional ayudando a los estudiantes a desarrollar sus habilidades y su pasión por la música.
Si la música forma parte de nuestra cotidianeidad debemos, desde las instituciones educativas, aprender a dialogar en ese contexto promoviendo el desarrollo de un lenguaje que nos acerque a expresarnos y comunicarnos a través de la música.