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un ordenador en forma de caja con una pequeña pantalla en blanco y negro que muestra texto escrito a mano
El ordenador Macintosh original puede parecer pintoresco hoy en día, pero la forma en que los usuarios interactuaban con él desencadenó una revolución hace 40 años. Mark Mathosian/Flickr, CC BY-NC-SA

Mac cumple 40: fue la experiencia de usuario lo que desencadenó una revolución tecnológica

La innovación tecnológica requiere resolver problemas técnicos difíciles, ¿verdad? Pues sí y no. Ahora que el Apple Macintosh cumple 40 años, lo que empezó siendo una prioridad de Apple para el endeble concepto de “experiencia de usuario” en su producto estrella de 1984 se ha visto claramente justificado por los éxitos de ventas que ha cosechado desde entonces.

Resulta que diseñar pensando en la usabilidad, la eficiencia, la accesibilidad, la elegancia e incluso el deleite merece la pena. La capitalización bursátil de Apple supera ya los 2,8 billones de dólares, y su marca está tan asociada al término “diseño” como las mejores casas de moda de Nueva York o Milán. Apple convirtió la tecnología en moda, y lo hizo a través de la experiencia del usuario.

El primer anunció de Mac lo dirigió Ridley Scott

Todo comenzó con el Macintosh. Cuando Apple dió a conocer el ordenador personal Macintosh con un anuncio de televisión de la Super Bowl XVIII, el 22 de enero de 1984, parecía más el estreno de una película que el lanzamiento de una tecnología. De hecho, el anuncio fue dirigido por el cineasta Ridley Scott. Y es que su fundador, Steve Jobs, sabía que no estaba vendiendo sólo potencia informática, almacenamiento o una solución de autoedición. Jobs vendía un producto para que los seres humanos lo utilizaran, lo llevaran a sus casas y lo integraran en sus vidas.

El anuncio de Apple de la Super Bowl de 1984 es tan icónico como el producto que presentó.

Ya no se trataba de informática. IBM, Commodore y Tandy hacían ordenadores, sí. La diferencia era que el primer Macintosh pretendía que los humanos se sintieran cómodos con una nueva extensión de sí mismos, no como aficionados a la informática sino como personas corrientes. Por eso todo su “material informático” –circuitos, cables, placas base y monitores– estaba perfectamente empaquetado y escondido en una elegante caja integrada.

No había que rebuscar en esa caja ni era necesario hacerlo, no con el Macintosh. El usuario cotidiano no pensaba en el contenido de esa caja, como tampoco pensaba en las costuras de su ropa. En su lugar, se centraría en cómo le hacía sentir esa caja.

Más allá del ratón y la metáfora del escritorio

¿Fue el Macintosh un ordenador innovador? Por supuesto, pero no por ningún avance informático en particular. El Macintosh no fue el primer ordenador en tener una interfaz gráfica de usuario ni en emplear la metáfora del escritorio (iconos, archivos, carpetas, ventanas, etcétera.) El Macintosh no fue el primer ordenador personal destinado a uso doméstico, de oficina o educativo. Tampoco fue el primer ordenador en utilizar un ratón. Ni siquiera fue el primer ordenador de Apple en ser o tener alguna de estas cosas: el Apple Lisa, lanzado un año antes, las tenía todas.

El Macintosh no fue el primero en hacer nada de índole técnica. Su mérito consistió en dar a la gente un accesorio, no para frikis o aficionados a la tecnología, sino para madres que trabajaban en casa, padres futbolistas y estudiantes de octavo curso que lo utilizaban para escribir documentos, editar hojas de cálculo, hacer dibujos y jugar. El Macintosh revolucionó la industria de la informática personal y todo lo que vendría después por su énfasis en ofrecer una experiencia de usuario satisfactoria y simplificada.

Mientras que los ordenadores solían tener secuencias de entrada complejas en forma de comandos mecanografiados (Unix, MS-DOS) o ratones con varios botones (Xerox STAR, Commodore 64), el Macintosh utilizaba una metáfora del escritorio en la que la pantalla del ordenador presentaba una representación de una superficie física de escritorio. Los usuarios podían hacer clic directamente en los archivos y carpetas del escritorio para abrirlos. También contaba con un ratón de un solo botón que permitía a los usuarios hacer clic, doble clic y arrastrar y soltar iconos sin necesidad de escribir comandos.

El Xerox Alto había exhibido por primera vez el concepto de iconos, inventado en la tesis doctoral de 1975 de David Canfield Smith. El Xerox Star de 1981 y el Apple Lisa de 1983 habían utilizado metáforas de escritorio. Pero estos sistemas habían sido lentos de manejar, e interaccionar con ellos seguía resultando engorroso edesde el punto de vista del diseño.

El Macintosh simplificó la interración necesaria para manejar un ordenador y mejoró el funcionamiento a velocidades razonables. Los complejos comandos de teclado y las teclas específicas se sustituyeron por operaciones de apuntar y hacer clic, menús desplegables, ventanas e iconos que se podían arrastrar y deshacer, cortar, copiar y pegar en todo el sistema. A diferencia del Lisa, el Macintosh sólo podía ejecutar un programa a la vez, pero esto simplificaba la experiencia del usuario.

El consejero delegado de Apple, Steve Jobs, presentó el Macintosh el 24 de enero de 1984.

El Macintosh también proporcionó una caja de herramientas de interfaz de usuario para los desarrolladores de aplicaciones, permitiendo que estas tuvieran un aspecto estándar, mediante el uso de widgets de interfaz comunes como botones, menús, fuentes, cuadros de diálogo y ventanas. Con este nuevo ordenador, la curva de aprendizaje para los usuarios se aplanó, lo que permitió que la gente se sintiera competente en poco tiempo. La informática, como la ropa, era ahora para todos.

Una buena experiencia

Aunque vacilo a la hora de utilizar los tópicos “natural” o “intuitivo” cuando se trata de mundos fabricados en una pantalla –nadie nace sabiendo lo que es una ventana de escritorio, un menú desplegable o un doble clic–, el Macintosh fue el primer ordenador personal que hizo de la experiencia del usuario el motor de los logros técnicos. De hecho, era fácil de manejar, sobre todo en comparación con los ordenadores de línea de comandos de la época.

Mientras que los sistemas anteriores daban prioridad a la capacidad técnica, el Macintosh estaba pensado para que los usuarios no especializados –del trabajo, la escuela o el hogar– experimentaran un tipo de facilidad de uso inmediata que hoy es el sello distintivo no sólo de la mayoría de los productos Apple, sino de toda una industria de electrónica de consumo, dispositivos inteligentes y ordenadores de todo tipo.

Según Market Growth Reports, las empresas dedicadas a proporcionar herramientas y servicios de experiencia de usuario tenían un valor de 548,91 millones de dólares en 2023 y se espera que alcancen los 1 360 millones de dólares en 2029. Lógico teniendo en cuenta que, hoy en día, los productos de consumo rara vez triunfan en el mercado basándose únicamente en la funcionalidad. Los consumidores esperan una buena experiencia de usuario y pagarán más por ella. El Macintosh fue pionero en esa “obsesión” y demostró su centralidad.

Resulta irónico que la tecnología Macintosh que se conmemora en enero de 2024 nunca haya tenido nada que ver con la tecnología. Siempre tuvo que ver con las personas.

Esto sirve de inspiración a quienes buscan el próximo avance tecnológico. Y, por qué no, de advertencia a quienes descartan la experiencia del usuario como algo secundario en la innovación tecnológica.

This article was originally published in English

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