Existe una brecha de género a la hora de ejercer el derecho al voto tanto si hay como si no hay hijos en una familia, pero en este último caso es la mujer siempre la que sufre más las consecuencias.
La desigual distribución de las tareas domésticas está vinculada al cuidado de niños y personas dependientes, actividades que recaen principalmente sobre las mujeres. Todo ello hace plausible anticipar que la brecha de género en los costes del voto aumentará en los hogares con niños.
En un artículo anterior en The Conversation mostramos que las mujeres se enfrentan a mayores costes que los hombres a la hora de votar. Tales costes incluyen los de información sobre a qué partido votar y los de ir a depositar el voto el día de las elecciones.
En una publicación reciente de Oxford University Press, Social Politics, hemos analizado qué razones explican esta brecha. Una de las más importantes es la presencia de hijos en el hogar.
La figura 1 muestra los efectos de ser mujer sobre la percepción de los costes del voto dependiendo de la presencia o no de niños. Los cuadrados representan la mejor estimación de dichos efectos y las líneas verticales son los intervalos de confianza al 95 % de cada estimación.
Los dos intervalos están por encima de cero, lo que confirma la existencia de una brecha de género en los costes de votar tanto en hogares con niños como sin ellos. Además, cuando hay niños, el efecto de ser mujer es casi el doble (0.11, aproximadamente) que cuando no los hay (0.06).
Tener hijos no afecta a los costes de los hombres
La figura 2 muestra las probabilidades predichas de percibir costes de votar elevados en función del género y la presencia de niños, y permite indagar sobre las causas de esta disparidad en los efectos de ser mujer entre los hogares con y sin niños. Es curioso que la percepción de los costes para los hombres no se vea afectada por la presencia de niños, mientras que, con ellos en el hogar, los costes de las mujeres aumenten enormemente.
Cabría sospechar que los resultados que hemos mostrado corresponden a países en vías de desarrollo, en los que las diferencias de género son todavía grandes. Sin embargo, esto no es así: los países que hemos estudiado son España, Alemania, Francia, Suiza y Canadá, a partir de los datos del proyecto Making Electoral Democracy Work.
Conclusiones
De las seis variables objetivas que pueden afectar a los costes del voto (educación, edad, tipo de residencia, afiliación sindical, número de años en la región donde se celebran las elecciones y presencia de niños en el hogar), aquí nos hemos centrado en esta última.
De acuerdo con nuestros resultados, es obvio que las mujeres (madres) siguen soportando la mayor parte del peso de la familia y que ello redunda en que consideren que acudir a las urnas es costoso, en mayor medida que los hombres (padres).