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Un profesor habla en lengua de signos con una alumna.

¿Por qué los signantes no pueden estudiar en su lengua natural?

El Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, que se celebra en España el 14 de junio, es un día de felicitaciones y, sobre todo, de reivindicación para quienes usamos estas lenguas. Especialmente para las personas sordas y signantes, es decir, aquellos que se comunican normalmente en lengua de signos. ¿Alguna vez nos paramos a pensar dónde aprenden esa lengua?

Este artículo, traducido en lengua de signos.

Lenguas de signos para una vida plena fue el lema elegido para la celebración de 2023. Porque son muy pocos los niños y niñas sordos que tienen la suerte de poder aprender una lengua de signos desde pequeños. Y muchos menos quienes tienen la oportunidad de que se la enseñen en las escuelas.

También deberían estudiarla para saber un montón de cosas sobre su naturaleza, gramática, cultura, etc., y poder mejorar así su conocimiento sobre las lenguas de signos. Lenguas de signos hay tantas como comunidades de personas sordas y oyentes que las utilizamos en todo el mundo, en convivencia con quienes solo hablan lenguas orales.

Tampoco los adultos sordos tienen muchas opciones para poder utilizarlas libremente en su vida diaria, en su trabajo, y menos aún en el ocio y tiempo libre. No en todas situaciones les es posible pedir un intérprete, aunque lo necesiten. Dependen de que exista el servicio, que esté disponible, o del horario, porque no suele haber servicios de urgencia.

El día a día de las intérpretes de lengua de signos, vídeo del Centro asesor del Real Patronato sobre Discapacidad.

La legislación actual española reconoce desde hace 15 años el derecho de las personas sordas, o sus familias, para elegir una lengua de signos como sistema de comunicación habitual. ¿Por qué aún no se cumple?

Dificultades curriculares

Las razones son variadas y no dependen directamente del número de signantes. Muchas personas tampoco tienen la suerte de poder estudiar su lengua materna o primera en la escuela. No pueden hacerlo porque a veces son una minoría, pero también porque muchas veces no se considera necesario.

Ni el hecho de que exista una legislación que regule la obligación de ofrecer una enseñanza bilingüe garantiza que las familias puedan elegirla, aunque quieran hacerlo. La decisión sobre qué lenguas forman parte de los currículos escolares también suele tomarse más por motivos políticos y económicos que por el derecho a respetar la diversidad de lenguas y culturas.

El estatus de una lengua

La realidad es que las lenguas de signos españolas rara vez son consideradas lenguas de cultura. El estatus que se le otorga a una lengua depende normalmente del prestigio que tiene su comunidad de hablantes, y estas lenguas están asociadas a la discapacidad.

La mayoría de la gente no sabe que son lenguas naturales, igual que las lenguas orales. Es decir, que no son traducciones de la lengua oral, sino lenguas de propio derecho. Nuestro cerebro procesa igual una lengua oral que una lengua de signos, por eso también podemos ser bilingües en las dos modalidades. La única diferencia entre ellas es el modo o canal que utilizan para percibir y transmitir la información: unas lenguas son auditivas y orales, y otras visuales y gestuales. Como los signantes más visibles suelen ser los intérpretes de lengua de signos, pensamos que las lenguas de signos son traducciones de las lenguas habladas.

Hoy es mejor la accesibilidad de las personas sordas a los servicios públicos en España, aunque las medidas todavía no son suficientes. Por ahora, los únicos estudios universitarios que existen son los grados de Madrid y Barcelona que, en los dos casos, están orientados a la traducción e interpretación de la lengua de signos.

Una comunidad signante

Para una vida plena, las niñas y niños sordos necesitan sobre todo familias y profesorado signante. Que sepan lengua de signos, que signen con ellos, que jueguen y que se la enseñen en casa, en la escuela y en el parque. Y también que la vean y la usen en la biblioteca, en el teatro, en los medios de comunicación y en las redes sociales.

Además, necesitan estar en contacto con la comunidad para relacionarse con otros niños y personas sordas: amigos, madres, padres, profesores, actrices, influencers, etc. Si signan también hablarán, leerán y escribirán, puede que más y mejor.

Todos podemos

Las lenguas de signos les dan a las personas sordas el derecho a vivir plenamente, porque son visuales y gestuales, así que se adaptan, sin límites, a todas sus capacidades. No importa si oyen mucho o poco, o si usan un audífono o un implante, todos los sordos pueden aprenderlas.

Y todos los oyentes también, igual que aprendemos otras lenguas que no tenemos la suerte de poder usar todos los días. Solo hay que tener opciones donde hacerlo. Hay un día al año para celebrarlas, pero casi no tenemos lugares para estudiarlas.

Cualquiera puede aprender lengua de signos en las asociaciones y federaciones de sordos. A veces hay un curso gratis en nuestro pueblo o lo imparten donde trabajamos, si lo hacemos de cara al público o tenemos alumnado sordo.

A lo mejor tenemos la suerte de que nuestra profesora sea sorda, por lo que podremos aprender un modelo de lengua y además de cultura, pero puede ocurrir que ella no haya tenido quien se la enseñe en la universidad o en la escuela de idiomas. Ni probablemente en el colegio, instituto o en su casa, cuando era más joven. Menos de un 5 % de las personas sordas nacen en familias de sordos, y solo hay cinco centros bilingües de educación obligatoria en toda España para poder estudiar en lengua de signos.

Hay alumnado sordo más afortunado que tiene intérprete, pero tampoco ha aprendido antes a signar. Y la mayoría de estos intérpretes no saben qué es un contrato estable ni llegan a final de mes.

Una vida plena

Las lenguas de signos son necesarias todos los días para que mucha gente tenga una vida plena. Quince años de espera para que se regule el derecho a utilizar la lengua natural propia puede ser toda una vida.

La infancia sorda no puede esperar más. Además de una cuestión de derechos, quizás es cuestión de actitud. Debemos facilitar el acceso al aprendizaje desde la infancia de las lenguas de signos para todas las personas y actividades.

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