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Socializar a través de internet: pros y contras

La sociedad actual ha sufrido, en las últimas dos décadas, una auténtica revolución en cuanto al modo de comunicarse y relacionarse a través de las nuevas tecnologías. Las redes sociales han experimentado un crecimiento exponencial y se han convertido en una parte integral de la mayoría de las personas. Estas plataformas digitales, como Facebook, Instagram, Twitter y Snapchat, han transformado la forma en que nos comunicamos y socializamos.

Si hay un sector de la población en el que el uso de las nuevas tecnologías ha calado con especial profundidad, éste es el de los jóvenes. Ahora bien, ¿qué costes puede producir a nivel personal esta nueva forma de relacionarnos? ¿Ha cambiado la dinámica de la interacción social? Esta cuestión cobra especial relevancia cuando se constata que el uso de las redes sociales llega a absorber otras esferas fundamentales de la vida de los adolescentes como el estudio, la familia e incluso el ocio.

Conexión y ocio

En un estudio del Instituto Nacional de la Juventud (Injuve) de 2020 se constata que la juventud, de forma general, utiliza internet para llevar a cabo tres actividades destacadas: la conexión a redes sociales (Instagram, TikTok, etc), escuchar música y ver series y películas online. Esto resulta interesante porque implica que tanto actividades tradicionalmente realizadas fuera de internet como nuevas formas de relación por internet están interiorizadas como hábitos cotidianos de ocio.

Las redes sociales han brindado a los jóvenes una serie de medios novedosos para conectarse con amigos, familiares y desconocidos de manera virtual. A través de estas plataformas interactivas, pueden compartir fotos, vídeos, pensamientos y emociones de manera instantánea y global. Esta capacidad de conectarse de manera inmediata, unida a la sensación de anonimato, ha roto las barreras geográficas y ha permitido que los jóvenes se relacionen más fácilmente con personas de todo el mundo.

Sin embargo, esta conexión virtual también ha llevado a cambios negativos en la forma en la que los jóvenes interactúan. En lugar de conversaciones cara a cara, las interacciones a menudo se producen a través de mensajes de texto, comentarios o publicaciones en línea. Esto produce un impacto en la calidad y la profundidad de las relaciones, ya que la comunicación no verbal y las señales contextuales pueden perderse en el mundo digital. Además, la falta de restricciones de tiempo y espacio en las redes sociales lleva con facilidad a una sensación de desconexión con la realidad y una tendencia a pasar más tiempo en el mundo virtual que en el mundo real.

El desarrollo de la identidad digital

Otro aspecto importante del impacto de las redes sociales en la manera de socializar de los jóvenes consiste en el desarrollo de una identidad digital.

A través de las plataformas sociales, los jóvenes pueden construir y presentar una versión idealizada de sí mismos. Pueden seleccionar cuidadosamente las fotos y los mensajes que publican para proyectar una imagen que consideran atractiva o deseable. Esta práctica suele generar presión social debido a la diferencia existente entre la identidad real y la editada, así como una búsqueda constante de validación y aprobación en línea.

Por los mismos motivos, la cultura de las redes sociales conduce con frecuencia a la comparación constante con los demás. Al contemplar en internet las vidas aparentemente perfectas de otros, es fácil que los jóvenes desarrollen sentimientos de envidia, inseguridad y baja autoestima. Esto puede afectar negativamente a su bienestar emocional y su capacidad para establecer relaciones saludables fuera del mundo virtual. Además, la obsesión por mantener una determinada imagen puede llevar tanto a una falta de autenticidad como a la dificultad para mostrarse vulnerables en las interacciones cara a cara.

El poder de las comunidades en línea

A pesar de estos desafíos y las preocupaciones asociadas con las redes sociales, también es importante reconocer su potencial positivo para crear comunidades en línea. Las redes sociales suponen una manera fantástica de conectar a personas con intereses similares, ya sea en deportes, música, arte, activismo o cualquier otro tema.

Así, estas comunidades en línea brindan un espacio seguro y de apoyo donde los jóvenes pueden compartir sus pasiones, encontrar inspiración y establecer relaciones significativas.

Por otra parte, las redes sociales han proporcionado una plataforma para que los jóvenes se expresen y promuevan cambios sociales. De hecho, han sido una herramienta clave en movimientos como el activismo por el cambio climático, los derechos LGBTQ+ y la justicia racial y social. La capacidad de conectarse y movilizarse a través de las redes sociales ha demostrado ser una fuerza poderosa para el cambio social y la creación de una conciencia unitaria en la juventud.

Igualmente, se ha constituido en un vector clave para el pensamiento crítico y la reflexión al generar diversos cauces de participación que ayudan a acercar la cultura a todas las personas, promoviendo de paso valores como el pluralismo, la libertad, la democracia cultural, la participación social, la autonomía personal y las relaciones humanas.

Equilibrio y consciencia

Innegablemente, las redes sociales han tenido un impacto significativo en la manera de socializar de los jóvenes, abriendo nuevas oportunidades de conexión y comunicación, y la vez generando nuevos desafíos. Es importante, por ello mismo, enseñar a que los jóvenes aprendan a equilibrar su vida virtual con la real, así como a ser conscientes del impacto que las redes sociales pueden tener en su bienestar emocional. Además, es esencial fomentar una cultura de autenticidad y respeto en las plataformas sociales, promoviendo la empatía y la comprensión en línea.

En última instancia, las redes sociales son una herramienta poderosa que puede facilitar la interacción y la conexión, pero también pueden distorsionar fácilmente la forma en la que nos relacionamos y percibimos a nosotros mismos y a los demás. Como sociedad, debemos fomentar un uso saludable y responsable de las redes sociales, reconociendo su potencial para el desarrollo humano, pero adoptando, al mismo tiempo, y tomando medidas para mitigar los efectos negativos.

Y es que sólo a través de un enfoque equilibrado y reflexivo podremos aprovechar al máximo el potencial de las redes sociales y su impacto en la manera de socializar de nuestros jóvenes.

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