Recientemente se ha demostrado que, tras el accidente nuclear de Chernóbil, la radiactividad produjo roturas en el ADN de afectados. Y que, durante su reparación por parte de las células, hubo genes que se fusionaron de manera algo caótica.
Lobo en el interior del bosque rojo de la zona de exclusión de Chernóbil, Ucrania, en septiembre de 2016.
REDFIRE Project / Nick Beresford, Sergey Gashchak
Treinta y cinco años después del accidente nuclear, Chernóbil se ha transformado en un refugio para los lobos, perseguidos por toda Europa.
Un investigador del la Agencia de la Energía Atómica señala el Reactor 3 en la planta de Fukushima Daiichi el 27 de mayo de 2011.
Greg Webb, IAEA/Flickr
En el décimo aniversario de la catástrofe nuclear de Fukushima, dos expertos explican por qué las decisiones humanas son más importantes para la seguridad nuclear que la tecnología, y por qué el trabajo está lejos de estar terminado.
Manada de caballos de Przewalski en la Zona de Exclusión de Chernóbil (Ucrania). Septiembre 2016.
Luke Massey (www.lmasseyimages.com)
Caballos salvajes originarios de las estepas de Asia viven en la Zona de Exclusión de Chernóbil (Ucrania), con una población en expansión cuando se cumplen justo 34 años de aquel accidente nuclear.
Hongo nuclear provocado por la bomba lanzada en Nagasaki (Japón).
EverettHIstorical/hutterstock
Nueve estados, entre los que figuran Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Corea del Norte y Pakistán, acumulan en la actualidad más de 14.000 armas nucleares.
Finlandia cuenta con la ayuda de investigadores españoles para desarrollar el recubrimiento de arcilla que proteja su almacenamiento nuclear definitivo, incluso, frente a glaciaciones.
El accidente de la central nuclear fue clave para el nacimiento de la cultura de la prevención, que impactó singularmente en el ámbito de la seguridad y salud en el trabajo.
Monumento conmemorativo del desastre de Chernóbil, ubicado ante el reactor, encapsulado en su nuevo escudo de contención.
Jorge Franganillo