COVAX no consigue vacunar al 20% de la población que se propuso inicialmente y la propiedad de las vacunas sigue siendo la principal barrera de acceso de los países en vías de desarrollo.
Antes de ser inoculada, cada dosis de Pfizer hace un largo y complejo camino que implica la mezcla, el almacenamiento a temperaturas más frías que el Polo Sur y protocolos específicos que deben cumplirse con extremo control.
Cuba, que ha sufrido recientemente un incremento en sus contagios de covid-19, está desarrollando dos vacunas: Soberana 02 y Abdala. La segunda, con un 92.28 % de eficacia, se podría situar a la altura de Pfizer o Moderna.
Sin una transferencia tecnológica decidida para enseñar cómo hacerlo, la suspensión de patentes tiene mucho de brindis al sol. Y después se precisará una inversión masiva en capacidad productiva.
Si esta crisis sanitaria está provocando contracción en la producción y consumo en todo el mundo, ¿por qué no se liberan las patentes de las vacunas, se acelera el ritmo de producción y distribución y arreglamos el asunto?
COVAX, la iniciativa internacional destinada a garantizar que todos los países tengan acceso rápido y equitativo a las vacunas contra la COVID-19, está a punto de empezar a distribuir sus primeras dosis. De su éxito dependen la salud y la paz mundial.
Hasta ahora, las únicas vacunas COVID-19 autorizadas para su uso deben mantenerse congeladas. Pero hay muchos lugares en el mundo que no pueden mantener una cadena de suministro en frío.
Nicole Hassoun, Binghamton University, State University of New York
Los acuerdos paralelos firmados por algunos países ricos amenazan con socavar los esfuerzos mundiales para garantizar un esfuerzo de vacunación mundial equitativo.