Descomponer y reconstruir los bloques de la vida como si fuera un juego de construcción abre posibilidades casi infinitas, pero también despierta temores profundos.
Aún sin estar resuelta la cuestión de si los virus son o no seres vivos, aparece una nueva incógnita en la ecuación de su ADN: un compuesto, Z, presente también en restos de meteoritos.
Crece el interés por disponer de productos que ejerzan la misma función que la sangre pero sin fecha de caducidad, ni riesgo de infección, ni problemas de compatibilidad entre donante y receptor.
Crear células artificiales supone un desafío fascinante en la escala del conocimiento científico, que podría ser alcanzable incluso en un plazo no muy largo.
Catedrático de Hematología. Profesor Emérito de la Universidad de Murcia. Emérito Asistencial de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Universidad de Murcia