Las baterías de sodio, más baratas y compactas que las de litio, junto con avances en recarga inalámbrica y electrificación de carreteras, podrían suponer un cambio de paradigma en la movilidad eléctrica.
La huella hídrica de los vehículos de hidrógeno y eléctricos puede superar la de los coches de combustión, porque la producción de electricidad y de hidrógeno requiere un alto consumo de agua.
Las baterías de los vehículos eléctricos pueden incendiarse, lo que supone un problema para las infraestructuras existentes, sobre todo en los aparcamientos cerrados.
Tras su entrada en la OMC, en 2001, el mercado del automóvil de China pudo crecer rápidamente porque sus empresas tenían una larga experiencia en internacionalización.
Una reciente encuesta destaca la notable disparidad de opiniones entre expertos y no expertos respecto a la implantación del vehículo autónomo, conectado y compartido.
Al comparar el impacto ambiental de distintas tecnologías y fuentes energéticas, deben tenerse en cuenta otros factores como la emisión de partículas, el consumo de agua, la formación de ozono troposférico y la extracción de materiales.
William Emond, Université de Technologie de Belfort-Montbéliard
El “coche del futuro” eléctrico y autónomo tiene muchas virtudes, pero varias de sus tecnologías favorecen el mareo. ¿Seremos capaces de viajar en ellos sin encontrarnos mal?
Un reciente informe revela que, aunque nos preocupa el medio ambiente, nos fijamos más en otras características del vehículo. Hay quien sigue sin tener muy claro por qué las emisiones de CO₂ son un problema.
Los coches de hidrógeno son la gran apuesta para la automoción barata y limpia. ¿Cómo funcionan? ¿Podemos comprarlos en este momento? ¿Qué autonomía tienen? ¿Cómo es posible el repostaje de hidrógeno? ¿Son seguros?
Los coches autónomos capaces de intercambiar información con otros vehículos permitirán mejorar la seguridad vial, la eficiencia del tráfico y reducir emisiones.
El sector de la automoción satisface la demanda de movilidad y contribuye al crecimiento económico y al empleo, pero la contaminación que producen los vehículos y los neumáticos pone en entredicho el actual modelo de transporte.
Aunque se aumentase lo suficiente la autonomía de los vehículos, el número de electrolineras y la velocidad de la carga, aún habría otro problema: las sobrecargas de la red eléctrica.
El aumento de las energías renovables requiere materias primas críticas como el coltán, algunas tierras raras y el litio, cuya extracción debe hacerse garantizando la preservación de la naturaleza, y no en países sin controles ambientales.
Los taxis verticales asoman ya en nuestro futuro próximo como ‘solución tecnológica’ para la sostenibilidad de la vida urbana, pero ¿son realmente una solución?
Se están desarrollando nanotecnologías de autorreparación y materiales para reducir la degradación que provoca la carga y descarga. En el futuro tendremos baterías más duraderas.
Cada vez surgen más empleos verdes con la vista puesta en la sostenibilidad. El fin es bueno: se busca el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medioambiente y bienestar social, pero implican nuevos y emergentes riesgos laborales para los trabajadores.
Aunque no emiten gases durante su uso, la huella de carbono del ciclo de vida de los coches eléctricos sigue siendo elevada debido a la fabricación de las baterías y su elevado peso.
Profesor del Departamento de Ingeniería Química Industrial y del Medio Ambiente. Miembro del Grupo de Tecnologías Ambientales y Recursos Industriales, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Catedrática de Historia e Instituciones Económicas, (UPNA). Directora del Institute for Advanced Research in Business and Economics (INARBE), Universidad Pública de Navarra
Profesora del Departamento de Construcción y Tecnología Arquitectónicas de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)