Los motivos para radicalizarse en Colombia a través de las FARC y el ELN podrían haber sido forzosos, pero también sociales, religiosos, de estatus y hasta económicos.
La reinserción exitosa de miles de exguerrilleros de las FARC sigue siendo uno de los muchos desafíos de gran envergadura para el nuevo Gobierno colombiano.
Solo en enero de 2021 se han registrado 45 asesinatos en Colombia. La inacción gubernamental perpetúa la violencia encarnizada e impide que se cumpla el acuerdo de paz alcanzado en 2016.
Colombia sigue marchando. Las protestas se sitúan en una escala no vista desde mediados del siglo pasado. Hay causas locales (el fallido proceso de paz), pero también estallan los mismos problemas que en otros países sudamericanos: desigualdad, privatización de la salud y la educación o la violencia patriarcal.
Colombia vive la oleada de protestas más grande de las últimas décadas. Lo que empezó como una manifestación rutinaria se masificó por cuenta de la desestimación y estigmatización del gobierno de Iván Duque. Pero en el trasfondo, las protestas masivas se explican por la alta desfavorabilidad del presidente y los dividendos truncados del proceso de paz con las FARC.