Sin garantías constitucionales y sin observadores internacionales es imposible que unas elecciones sean justas. Cuando casi toda la opsición está presa, menos aún. Las elecciones que se celebraron en Nicaragua el pasado domingo consolidan el papel de Ortega como el del nuevo tirano centroamericano, aunque su aceptación popular está de capa caída.
Recientemente, la cultura se ha volcado con sus apoyos al escritor nicaragüense Sergio Ramírez, que se ha convertido en uno de los principales enemigos de Daniel Ortega.
La historia demuestra que los presidentes latinoamericanos no duran mucho después de usar la violencia para reprimir las protestas masivas. ¿Será Daniel Ortega el próximo en caer?