Aunque la ley prevé una formación especializada de todos los agentes del ámbito judicial en relación con la violencia de género, la práctica confirma que no es suficiente o, al menos, no es la adecuada.
La violencia contra las mujeres es la consecuencia más horrorosa de la desigualdad de géneros. Solo eliminando esta última se conseguirá aniquilar de raíz la primera.
Durante mucho tiempo, los derechos fundamentales no han tenido en cuenta al 50% de la población. Poco a poco se van dando cambios, pero aún queda trabajo por hacer.