Los seres humanos tendemos a sentirnos culpables a veces por cosas que no hemos hecho intencionalmente. Esto es lo que les sucede, en ocasiones, a los refugiados de guerra. ¿Por qué?
Los atracones se utilizan para resolver problemas emocionales a los que no somos capaces de enfrentarnos. Suelen ir acompañados de traumas previos y han aumentado durante la pandemia.
La autora ruso-ucraniana Natascha Wodin reconstruye en su novela ‘Mi madre era de Mariúpol’ la historia de su madre, que nació en 1920 y se quitó la vida en 1956 en Alemania, cuando su hija tenía once años.
Una guerra impacta especialmente durante la infancia. Tanto los que están en el lugar afectado como los desplazados y los que la viven a través de los medios necesitan expresarse y recibir apoyo.
La separación traumática de los niños y sus padres en las fronteras pueden causar cambios permanentes en la estructura cerebral de los niños y en su actividad genética.