Sophie Marineau, Université catholique de Louvain (UCLouvain)
La interferencia rusa marcó profundamente la elección presidencial norteamericana de 2016. Cuatro años después, analizamos la forma y el impacto de la desinformación procedente de Rusia.
Facebook, de quién se dice que conoce más a sus usuarios que la CIA en Estados Unidos, puede predecir si acudiremos a un servicio de urgencias semanas antes. Y solo a partir del lenguaje que usamos.
Si bien es más cómodo que crear una nueva cuenta en cada web o ‘app’ que utilizamos, iniciar sesión a través de algún proveedor externo como Facebook o Google supone riesgos para la privacidad.
Los proveedores de contenidos como Netflix, Google, Facebook y Amazon aprovechan la infraestructura de los operadores de internet sin pagar sus costes. Lo hacen amparados por la regulación europea.
Creamos contenidos para influir sobre personas, pero tenemos que pasar previamente por el filtro de la máquina. Todo lo que escribimos y la manera en la que interactuamos en la red alimenta el poder de las grandes tecnológicas como Google, Facebook, Apple y Amazon.
Las grandes empresas tecnológicas dificultan el desarrollo de los agentes culturales tradicionales, pues controlan ya las industrias mediáticas digitales a nivel global.
El uso de las redes sociales para justificar el reciente golpe de estado en Bolivia enfatiza cómo tales herramientas pueden ser manipuladas para apoyar salidas menos institucionales.
El político italiano ha entendido la relevancia de las redes sociales y se sirve de ellas para comunicarse con sus votantes, pero también para hacer política.
Nunca antes hemos estado más conectados. Las redes sociales pueden fortalecer relaciones. Sin embargo, un uso excesivo puede hacer que nos sintamos cada vez más solos.
Las redes sociales pueden ser un igualador social, pero también pueden ser un arma que nos manipula y elimina nuestra privacidad. Una gran parte de la responsabilidad es nuestra.
La gente con problemas mentales está recurriendo a las redes sociales en busca de ayuda, a pesar de que incluso Facebook considera que las redes pueden ser perjudiciales para la salud mental.
Se supone que los “nativos digitales” poseen un dominio sofisticado de internet y una verdadera “cultura” de redes. Pero la realidad demuestra que los mayores de 30 son mejores en el uso de internet.