Siempre se debate sobre qué debe enseñarse dentro de la educación obligatoria con puntos de vista diferentes y legítimos: incrementar el conocimiento enciclopédico, favorecer destrezas prácticas, o impulsar la comprensión, por ejemplo. También se defiende promover actitudes sociales y humanas de calado, pues se entiende que el sistema educativo forma personas completas, no bases de datos.
Es lógico que haya contenidos que quedan fuera del currículo, o que se tratan superficialmente. Hay muchos objetos culturales que no forman parte de los planes educativos, y lo habitual es que haya un sesgo hacia la alta cultura: aquella apreciada por las élites, que forma el canon tradicional, llamado a veces “la cultura superior”. Un ejemplo podría ser ensalzar el cine de Abbas Kiarostami y despreciar las series de televisión por ser “de masas”. Sin embargo, hay muchos otros tipos de cultura que también son importantes en nuestras vidas: una banda de pop, un cómico haciendo un monólogo, una película de terror o un poema tardoadolescente en Instagram, por dar algunos ejemplos.
Ampliar los límites de lo que se trabaja en clase mejora la relación afectiva con las materias, estimula el interés y posibilita nuevas reflexiones. Por eso es importante promover la presencia de la identidad cultural y los intereses del alumnado para abrir el canon (en este caso, educativo).
La identidad cultural es una amalgama individual formada por los intereses, gustos y preferencias de la persona, pero también condicionada por su contexto socioeconómico, formativo, lingüístico, familiar, etc. Cada uno de nosotros forma intersecciones culturales únicas, y a su vez formamos colectivos: aquellos que no están en el centro hegemónico resultan ignorados e invisibilizados. Hacer presentes en el aula sus objetos culturales es conferirles entidad, respetabilidad y dignidad.
Para ello, hemos creado en el portal Leer.es del Ministerio de Educación y Formación Profesional nuestro proyecto “Otra onda. Una aproximación didáctica al mundo exocanónico”.
Más allá de los márgenes del canon
Las razones de situar algo fuera del canon son muchas, propias y externas. En algunos casos, la mera existencia de estas expresiones culturales tiene que ver, en realidad, con esa marginalidad: en ella pueden liberarse de ataduras y limitaciones.
Sin embargo, estar fuera del canon aleja de los centros de poder: dificulta visibilizarse y conseguir una presencia merecida que trascienda lo más inmediato. Esto afecta también a fronteras injustas y artificiosas, como la que opone una alta cultura a una popular.
Prejuicios y méritos propios
En ocasiones no juzgamos las cosas por sí mismas. Nuestros prejuicios de docentes son grandes enemigos que dificultan ir más allá, mostrar empatía y comprender a los otros. Y esos otros son, en ocasiones, nuestros propios estudiantes.
Hay beneficios intrínsecos asociados al uso de esos otros objetos culturales. Son interesantes por méritos propios y en sus diferencias hay grandes virtudes: el modo de relacionarnos como usuarios con un videojuego es diferente a la experiencia como espectador de una película; la historia está llena de apasionantes personajes que trascienden el binarismo sexual, la música moderna puede ser tan rica y compleja como las más excelsas composiciones clásicas…
‘Podcasts’ y materiales didácticos
“Otra onda” es una serie de siete podcasts que nos acercan a lo que está fuera del canon, orientada a los últimos años de la educación secundaria. En estos programas reflexionamos sobre diferentes objetos culturales y cómo llevarlos a las aulas. Así, hablamos sobre ciencia ficción, videojuegos, rock progresivo… y cómo pueden beneficiar a diferentes asignaturas transversalmente. Además de escucharlos, podemos descargar las transcripciones desde ese portal educativo.
Con cada podcast encontramos un dosier descargable con propuestas didácticas sobre ese tema. Por ejemplo, cómo conocer a Carmen de Burgos y su obra en Lengua y Literatura, cómo hablar de personas trans en Historia, o cómo ilustrar grandes cuestiones de la composición musical con ejemplos del rock.
Esta exploración de lo exocanónico es intencionadamente plural: tratar con respeto y seriedad esas aportaciones culturales las legitima como parte de una educación diversa y con valores. Por eso mismo los programas se han pensado para docentes que quieran llevar este tipo de contenidos a sus aulas, y estudiantes que quieran conocer más.
Un debate interdisciplinar
Es beneficioso pensar en lo interdisciplinar y recordar que las cuestiones sociales y humanas no pueden quedar confinadas en un segundo plano. Podemos, por ejemplo, leer ciencia ficción en inglés y mejorar destrezas lingüísticas, pero, al mismo tiempo, esos textos nos hablan sobre aspectos éticos y civiles. No en vano, las disciplinas de Humanidades han sido, son y seguirán siendo totalmente esenciales para formar ciudadanos.
El proyecto busca impulsar un debate necesario, salirse del espacio dominante –cultural, social o educativo– y dialogar con los muchos cánones posibles. Dos sencillos ejemplos: el mundo de Watchmen abre conversaciones sobre ucronía e historia, y la literatura digital sobre las tecnologías y su peso en la sociedad.
Podemos preguntarnos si las ampliaciones canónicas son una distracción. También si dicha distracción conlleva, en todo caso, implicaciones positivas. Debemos proponer estrategias para expandir lo que sucede en el marco del aula, algo que sea estimulante y relevante.
Una mirada amplia y diferente ayuda a recordar que hay todo tipo de personas y lugares en el mundo que podemos conocer. Impulsar el acercamiento a otros horizontes en un lugar como las aulas siembra la semilla de la curiosidad, que puede llevar a una mejor comprensión de uno mismo y de los demás.