Las canciones de Taylor Swift son un producto de consumo masivo; sus letras, sin embargo, tienen un componente de elaboración literaria infrecuente en la música popular.
Que los clásicos literarios se hayan quedado muy alejados de la realidad de los jóvenes no los hace menos necesarios. Pero sí obliga a buscar nuevas maneras de acercarlos.
Hacer el esfuerzo por recuperar figuras femeninas de la historia e incorporarlas al temario no es una ideologización de la educación sino la revisión necesaria de un canon sesgado.
Los autores de referencia en clase de literatura son mayoritariamente masculinos; tenemos el deber de recuperar las voces de mujeres que no recibieron la misma atención en el pasado.
Salirse de lo canónico, de lo que quedó establecido por la tradición y la historia, aunque no forme parte del currículo, puede ser una manera enriquecedora de despertar la curiosidad de los estudiantes.
Los estudiantes necesitan entender el papel de la literatura en su vida cotidiana, y depende de los docentes facilitarles una aproximación relevante, moderna y creativa.
Este 31 de mayo se cumplen 200 años del nacimiento del poeta norteamericano. ¿Qué lecciones podemos extraer de sus poesías para aplicarlas a nuestras vidas?
La extensión y aparente complejidad del ‘Ulises’ de James Joyce nos pueden asustar. Pero, como en las mejores cosas de la vida, el esfuerzo tiene su recompensa.
La educación literaria no se centra en la motivación, sino en la perpetuidad de unos modelos arcaicos que huyen de la individualidad. ¿Dónde encontramos el origen de esta forma de enseñar los libros?