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Deudoras (en su mayoría mujeres mayores y racializadas) y cobradoras (de verde), en Vitoria (Espirito Santo, Brasil) durante una feria de renegociación de deudas celebrada en diciembre de 2019.
Deudoras (en su mayoría mujeres mayores y racializadas) y cobradoras (de verde), en Vitoria (Espirito Santo, Brasil) durante una feria de renegociación de deudas celebrada en diciembre de 2019. T. Narring

La gestión del endeudamiento familiar, una nueva forma de trabajo femenino

“Se me va el tiempo gestionando deudas y endeudándome, ¿cómo quiere que trabaje?”.

Pushpurani, habitante de Tamil Nadu, India.

Esta mujer dalit (una intocable), tiene que hacer malabarismos constantes para cumplir con los entre diez y veinte préstamos contraídos con compañías financieras, prestamistas informales, la élite local y sus vecinos.

“¿Que por qué vuelven a trabajar tantos jubilados? Por las deudas”.

Felipe, residente de una favela en Vitoria, Brasil.

La madre de Felipe, Doña Gê, de 74 años, hace ropa y vende pasteles en la calle desde que el pago de sus préstamos absorbió el 70 % de su pensión de jubilación.

Estos testimonios ilustran las repercusiones que tiene para las mujeres de clase trabajadora lo que desde hace ya tres década es una tendencia mundial: la explosión de la deuda de los hogares, impulsada por un mayor acceso al crédito y una mayor vulnerabilidad económica.

En diferentes partes del mundo, la gestión cotidiana de la deuda es una verdadera forma de trabajo, un trabajo de la deuda. Y encontrar los fondos para pagar supone un trabajo para la deuda. Ambos los realizan principalmente las mujeres.

El trabajo de y para la deuda surgen así como una nueva forma de trabajo en la sombra, gratuito y sintomático de las economías financiarizadas, en las que “tienen un papel creciente los intereses financieros, los mercados financieros, los agentes financieros y las instituciones financieras en el funcionamiento de las economías nacionales e internacionales”.

Dos tesis doctorales recientes, una en economía, la otra en socioantropología, y un libro de próxima publicación dan cuenta de esta realidad en India y Brasil.

La magnitud de la deuda

Aunque la deuda de los hogares sigue siendo muy desigual de un país a otro, su nivel medio casi se duplicó en los países de la OCDE entre 1995 y 2021, pasando del 68 % al 127 % de la renta disponible. Pero la aceleración es especialmente evidente en el Sur. Según el Banco de Pagos Internacionales (BPI), la deuda de los hogares en las economías emergentes ha pasado del 28 % al 50 % del PIB entre 2010 y 2022.

Mientras que en los países más ricos los préstamos inmobiliarios representan la mayor parte de la deuda (84 % en Francia en 2021), su crecimiento en el Sur está impulsado, principalmente, por los créditos al consumo que las políticas de inclusión financiera, dirigidas sobre todo a las clases trabajadoras y a las mujeres, han democratizado desde la década de 2000.

En Brasil, según datos de su banco central, la proporción de hogares endeudados con instituciones de crédito pasó del 44 % al 55 % entre 2010 y 2015, antes de subir durante la pandemia hasta el 80 % (2021).

En Tamil Nadu, tras dos décadas de políticas de inclusión financiero e impulso de los microcréditos femeninos, los datos de la encuesta del Observatorio de dinámicas y desigualdades rurales en India del Sur han documentado un aumento, entre 2010 y 2016, de la deuda media de los hogares del 160 % al 250 % de los ingresos anuales. Y la deuda pesa más sobre las mujeres, que ganan de media el 22 % de los ingresos del hogar pero cargan con el 37 % de la deuda.

Una agente bancaria (en el centro) rodeada de mujeres en Tamil Nadu, India (2016). I. Guérin, Fourni par l'auteur

La gran mayoría de sus ingresos tienen como objetivo poder llegar a fin de mes: pagar alimentación, asistencia sanitaria, vivienda, servicios. También participar en rituales, comprar bienes de consumo… y pagar las deudas.

En este sentido, durante años, los microcréditos han sido considerados como una forma de ayudar a las personas a crear su propia empresa y salir de la pobreza. No obstante, han resultado ser, sobre todo, una forma de crédito al consumo que, en el mejor de los casos, suaviza los ingresos y los gastos a lo largo del tiempo. Y, en el peor, actúa como factor de sobreendeudamiento.

El trabajo de la deuda

Sobre todo las mujeres de clase trabajadora cargan con las nuevas formas de trabajo generadas por el mayor uso de las financiación por parte de las familias. Como gestoras de los presupuestos familiares, se ven absorbidas por la gestión y refinanciación de las deudas.

La gestión de las deudas es un verdadero trabajo: las tareas son rutinarias, consumen mucho tiempo y requieren competencias muy específicas. En Tamil Nadu, por ejemplo, este trabajo de la deuda implica gestionar transacciones de reembolso mensuales, semanales e incluso diarias. Obliga a hacer malabarismos con cinco, diez o quince préstamos a la vez, y a llevar la cuenta de estas madejas de deudas mediante una incesante gimnasia mental, que requiere cálculos complejos basados en criterios de precio y oportunidad.

Las responsables de grupos de microcrédito deben mantener al día multitud de documentos administrativos. I. Guérin, Fourni par l'auteur

También hay que negociar con un amplio abanico de prestamistas los importes, los precios y las condiciones de reembolso para adaptarlos a la irregularidad e imprevisibilidad de los ingresos. Además de las organizaciones de microcrédito y las financieras, los préstamos pueden proceder de prestamistas del barrio o de las ciudades vecinas, prestamistas de empeño, prestamistas ambulantes, tenderos, la élite local, amigos, vecinos y parientes.

Para muchas mujeres, enfrentarse a las deudas también significa tener que soportar, sin perder la calma, comentarios despectivos o despreciativos, y a veces insultos, de sus acreedores. No honrar la deuda es señal de irresponsabilidad y mala gestión, y les dificulta volver a obtener préstamos.

Para los prestamistas, sea cual sea su perfil, ensuciar la reputación del deudor es un arma formidable para incitarlo al reembolso.

Por último, hay que cuidar la apariencia y la actitud para dar la impresión de ser una mujer fuerte y decidida, capaz de pagar sus deudas. Si faltan los medios materiales, llegan a monetizar el cuerpo y a entrar en una infinidad de intercambios deuda-sexo que pueden ir desde sonrisas y zalamerías, hasta mantener relaciones sexuales con sus prestamistas.

Trabajar para la deuda

La gestión de la deuda suele conllevar trabajo, destinado a recibir fondos para el pago de los préstamos y sus intereses, a menudo exorbitantes. En las favelas brasileñas, esto significa jornadas laborales más largas, que se prolongan hasta la noche y los domingos. La gente hace malabarismos, con dos o tres actividades para mantener el flujo de dinero. Para los hombres, se trata sobre todo de trabajar en la construcción, con poca seguridad laboral, sin protección social y por menos del salario mínimo legal.

18:00: Luna tiende la colada tras un ajetreado día entre el restaurante donde cocina (en la favela, en la parte alta de la ciudad) y las sucursales bancarias donde financia su negocio (en la ciudad, al pie de las favelas), Brasil.
18:00: Luna tiende la colada tras un ajetreado día entre el restaurante donde cocina (en la favela, en la parte alta de la ciudad) y las sucursales bancarias donde financia su negocio (en la ciudad, al pie de las favelas), Brasil. T. Narring, Fourni par l'auteur

Para las mujeres, esto puede significar trabajar fuera de casa como limpiadoras, o en casa haciendo ropa o pasteles que luego venden en el mercado. Es el caso de muchas abuelas que siguen trabajando después de jubilarse y utilizan su acceso al crédito para ayudar a sus hijos desempleados.

La gestión de las deudas (con sobrendeudamientos y tasas de interés por encima del mercado) y el trabajo para pagarlas privan de derechos a quienes las contraen y es una fuente de beneficios para la industria financiera (formal e informal). Es un sistema que se basa en el trabajo gratuito de las mujeres, así como en la captación de una parte considerable de los ingresos familiares.

Según la encuesta ya citada, en 2016 la parte de los intereses representaba el 30 % en Tamil Nadu. En Brasil, en 2021, el 12 %.

Libro de gestión de cuentas llevado por una mujer en un pueblo de Tamil Nadu, India. I. Guérin, 2021, Fourni par l'auteur

Sin embargo, esta explotación no puede reducirse a la depredación financiera. Tiene sus raíces en un sistema de acumulación que combina la incapacidad del capital privado para proporcionar salarios de subsistencia con la ineficacia del Estado para proporcionar una verdadera protección social. De este modo, no se garantiza la reproducción social de los trabajadores. Esto es, no se asegura que los hijos puedan, al menos, mantener la posición social de sus padres.

Mujeres en la resistencia

Estas mismas circunstancias también pueden encontrarse en Europa, aunque bajo formas más sutiles y variadas.

En Francia, el movimiento de los chalecos amarillos ha puesto de relieve el papel central que desempeñan las madres en la gestión de las deudas familiares (facturas e hipotecas sobre todo). Estas movilizaciones también han demostrado que este cometido es la base de la lucha femenina y de una voz política arraigada en la vida cotidiana de la clase trabajadora.

Porque si bien las mujeres son actores en la sombra de las finanzas, también son fervientes opositoras. En Argentina, en varios países europeos, pero también en Marruecos, en Sri-Lanka, en India y probablemente en otros lugares, se pronuncian contra la violencia de la deuda y su excesivo peso sobre sus hombros. Estas mujeres luchan activamente por la anulación de la deuda, pero también por políticas sociales que eviten este endeudamiento crónico. Es hora de escucharlas.

This article was originally published in French

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