Hay determinados delitos que generan un especial rechazo en la sociedad, ya sea por el tipo, por las circunstancias en que se cometen, por el perfil de la víctima que los sufre o porque su repetición en el tiempo generan en la sociedad una situación inusitada de impotencia .
Entre esos delitos particularmente rechazados destacan los que afectan a la libertad sexual, especialmente cuando son cometidos en grupo, porque conllevan humillaciones y abusos sobre la víctima. Lamentablemente, no dejan de producirse en todo el mundo.
“La manada”
Un caso paradigmático en España fue el cometido en julio de 2016 durante los San Fermines, en Pamplona, sentenciado en 2018, que incluso en 2023 siguió protagonizando titulares de prensa vinculados a asuntos sobre las condenas. En el llamado caso de “La manada” varios jóvenes abusaron sexualmente de una chica, lo que provocó una gran movilización social.
La literatura científica sobre el miedo a la percepción de la justicia y la seguridad indica que el miedo al crimen está positivamente asociado con las características sociodemográficas relacionadas con la marginalidad social, como ser mujer, anciano, tener baja educación o estar desempleado.
Además, aunque las experiencias pasadas son un predictor del miedo al crimen, la experiencia vicaria –aquella que se adquiere por imitación de la experiencia ajena– proporcionada por la televisión y las redes sociales también es un punto importante a considerar. Es más, algunos autores subrayan que un mayor tiempo dedicado al consumo de redes sociales intensifica los factores sociales y psicológicos que generan miedo. Así, ver noticias sobre crímenes afecta el comportamiento de evitación (no ir a cierto lugares). El género, la educación, los ingresos, la edad, los problemas percibidos en el vecindario y la efectividad policial han revelado tener un efecto significativo en el miedo al crimen.
El miedo al delito
En un reciente artículo publicado en la Revista Galega de Economía, basado en una muestra de 605 personas, intentamos dar respuesta a la cuestión sobre si cambia la percepción de la justicia y la seguridad ante movilizaciones sociales.
En primer lugar, en nuestra investigación hemos observado que la movilización social, los mensajes y lemas publicados durante los momentos álgidos alrededor de la sentencia judicial por la que se condenaba a los miembros de “La manada” como abuso sexual y no por violación tuvieron un efecto relevante en la percepción social y el miedo al delito de la población.
Sin embargo, los datos muestran que estos efectos no perduran por mucho tiempo, lo cual concuerda con otros estudios que indican que las redes sociales provocan fluctuaciones temporales en la correlación entre los delitos percibidos y los delitos reales. Además, la valoración del sistema judicial es generalmente baja.
Otra conclusión es que la confianza en las decisiones judiciales y la percepción de seguridad eran más bajas a medida que aumentaba la edad, incluso cuando la alarma social disminuía. Las personas mayores son más vulnerables en caso de ser víctimas de un delito. Además, el sistema judicial en general es lento en su proceso, provocando una mayor incidencia negativa sobre la población que ya no es joven. Esto podría explicar por qué las personas mayores tienen un mayor miedo al delito.
También se ha observado que la percepción de inseguridad disminuye tan solo cuatro meses después del momento álgido. Por el contrario, el efecto de la valoración negativa del sistema judicial perdura por más tiempo.
Particularmente durante las protestas, la mayoría de encuestados consideraba que el Código Penal no estaba ajustado en su severidad a las tipologías de delito, es decir, era excesivamente blando con delitos como los que atentan contra la libertad sexual. No obstante, la mayoría de la población se mantuvo en contra de sentencias de penas de muerte en todo momento, y esto fue así para todos los niveles de formación, económicos y géneros.
A más educación, mejor percepción de la seguridad
En definitiva, a la pregunta de si cambia nuestra percepción de la justicia y la sensación de seguridad percibida cuando se producen amplias movilizaciones sociales, la respuesta es sí. Pero los efectos no son los mismos: la baja percepción de la justicia perdura, mientras que la de la seguridad se recupera antes.
Aunque la percepción de la justicia es baja para todos los niveles educativos, las personas con niveles educativos más altos tienen una mejor percepción de seguridad y de justicia.
Resultados similares se obtuvieron al analizar los niveles de ingresos: no hay diferencias en la percepción de la justicia según el nivel económico; en general, es baja. Eso sí, las personas de estratos socioeconómicos más altos tienen en general un menor sentimiento de victimización o de miedo al crimen.