La invención científico-tecnológica a veces puede tener una vertiente “poco amable” o “incómoda”. La historia de Tesla y Edison es un buen ejemplo de las batallas por las patentes. Lo mismo que la técnica CRISPR-Cas9 para cortar y pegar genes.
Sin una transferencia tecnológica decidida para enseñar cómo hacerlo, la suspensión de patentes tiene mucho de brindis al sol. Y después se precisará una inversión masiva en capacidad productiva.
Javier Maira Vidal, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
El responsable del Área de Estrategia Comercial e Internacionalización del CSIC analiza la posible suspensión de las patentes de las vacunas contra el coronavirus propuesta por el presidente de EE UU, Joe Biden.
Si esta crisis sanitaria está provocando contracción en la producción y consumo en todo el mundo, ¿por qué no se liberan las patentes de las vacunas, se acelera el ritmo de producción y distribución y arreglamos el asunto?
En este tiempo extraño, con un dramatismo que algunos elevan a lo bélico, no hay actividad humana que no se haya visto afectada. Las patentes no son una excepción.
El arancel estadounidense abaratará los bienes que llegan a nuestras fronteras. Un efecto positivo para nuestro bienestar, porque aumenta nuestra capacidad de compra de productos extranjeros. Además, como aquí no se ha fijado ningún arancel, nos libramos del efecto negativo.