Los sustantivos que usamos para definir grupos humanos o"etnónimos", como “semita”, no hacen referencia a nacionalidades o procedencias geográficas sino a agrupaciones étnicas.
Los nombres de los lugares son mucho más que un nombre propio: son palabras que nos ofrecen historia e información, y que reflejan una cultura y lengua heredadas.
Un topónimo es útil si cumple con su cometido. Cuando se enfríe la lava y se necesite tener referencias para recorrer el lugar, marcar límites, gestionar el territorio, aparecerán los topónimos nuevos.
La interferencia del poder político en los topónimos y antropónimos de un idioma no es nueva, pero es necesario analizar los aspectos lingüísticos de la decisión.