Necesitamos reflexionar para decidir qué Internet queremos para poder seguir compartiendo espacio sin poner en peligro nuestra salud física y mental ni la autenticidad de nuestras relaciones ‘online’.
La pandemia de la covid-19 y la nueva normalidad han obligado a acelerar los procesos de digitalización en la sociedad en general, y en la Administración pública en particular. Un artículo original de Telos, la revista que edita Fundación Telefónica.
El documento, adoptado el pasado 14 de julio de 2021 por el Gobierno de España, puede servir de referencia para una futura norma que mejore la protección de los derechos digitales de los ciudadanos.
La siguiente revolución industrial, la de la computación cognitiva, buscará la unión de lo humano, lo físico y lo digital para intentar imitar el comportamiento del cerebro humano.
El 26 de julio se celebra el Día Internacional de los Abuelos, una fecha que nos recuerda la gran brecha digital que existe entre ellos y las generaciones posteriores. Solo el 27,9 % de las personas mayores de 74 años ha utilizado Internet en los tres últimos meses en España.
Un estudio de la Comisión Europea revela que el consumo de internet ascendió a una media de entre seis y siete horas y media diarias durante el confinamiento, lo que abrió la puerta a riesgos bien conocidos para millones de menores: ciberacoso, pornografía y desinformación, entre otros.
Aunque inicialmente secundario en la creación de internet, cuyo día mundial se celebra este 17 de mayo, el correo electrónico abrió las puertas a una comunicación instantánea pero diferida, horizontal pero no intrusiva, que todavía no tiene rival.
Hace años la publicidad en videojuegos se limitaba a insertar discretos anuncios. Hoy es común que títulos como FIFA o 2K NBA incluyan gran cantidad de anunciantes e incluso que haya patrocinios.
La quinta generación de comunicaciones móviles permite crear redes abiertas, abarca nuevas frecuencias que facilitan la cobertura y contribuye a llevar internet a las zonas rurales.
Debido a la pandemia, el cambio climático protagoniza escasas noticias. Internet, y en especial YouTube, constituye una fuente alternativa para encontrar contenidos que explican este problema global.
Los frigoríficos, bombillas y coches que se conectan a la red de redes se comunican usando protocolos ligeros que les permiten intercambiar mensajes consumiendo poca energía.
Las fotos, publicaciones y parámetros de salud que recopilan y almacenan nuestros teléfonos dicen mucho de nosotros. Guardar tanta información personal en estos dispositivos puede ser útil, pero conlleva riesgos.
La forma adecuada de democratizar las finanzas consiste en hacerlas accesibles a los pequeños inversores ofreciéndoles bajos costes de gestión y una formación financiero-tecnológica seria y sólida.
Si las nuevas tecnologías y la crisis hicieron que la banca expandiese su negocio a internet y al uso de cajeros automáticos, con la pandemia este proceso se ha acelerado.
La comunicación digital tiene una serie de rasgos que tienden a animalizar al ser humano al hacerlo adicto, emocional, transparente, encerrado en el presente y solitario. Ante la digitocracia urge un nuevo orgullo de ser humano.
En los mercados financieros se negocian acciones y activos financieros de acuerdo al valor que les dan compradores y vendedores. A veces se compra y se vende por lo que parece y no por lo que es.
Profesor de Ingeniería Telemática en el Departamento de Ingeniería de Telecomunicación y miembro del Grupo de Robótica, Automática y Visión por Computador, Universidad de Jaén