A principios de 2020, el mundo en que vivimos cambió de la noche a la mañana como resultado de una pandemia sin precedentes que no nos ha dejado indiferentes.
La nacionalidad se define por un conjunto de parámetros legales. Pero investigación psicológica demuestra que la percepción de ciudadanía puede influirse por otros factores como la raza y el idioma.
El confinamiento nos ha cambiado. Algunos han optado por enfrentar la amenza a la defensiva. Otros han entendido que lo importante era la responsabilidad individual. En medio del descontrol, la sociedad ha reaccionado organizándose y la gente ha ha asumido que su vida ha cambiado, desde la velocidad hasta la forma en la que trata su propia intimidad.
La termografía infrarroja permite saber quién nos miente y también quién nos ama, determinar con objetividad si una persona siente ansiedad o detectar su afinidad ideológica.
¿Cómo vivirán los jóvenes el regreso a la normalidad? Dependerá de elementos como su necesidad de afiliación, su oposición a las limitaciones impuestas desde fuera y el rechazo a la pérdida.
Esta semana vuelve la liga de fútbol, aunque de momento, para evitar nuevos contagios, los aficionados tendrán que conformarse con seguir los partidos por televisión. ¿Cómo se adaptará el cerebro de los futbolistas a la nueva situación?
La xenofobia y el etnocentrismo son sentimientos que afloran especialmente en tiempos de crisis e incertidumbre. ¿Habremos aprendido esta vez? ¿Cómo será la convivencia entre culturas en esta ‘nueva’ normalidad?
Fotografía de la legendaria expedición antártica de Shackleton en el buque Endurance (Frank Hurley y George Edward Marston, 1914-1917).
Mitchell Library, State Library of New South Wales
Esta es una pandemia global, que afecta a millones de personas en todo el mundo. Una crisis en la que hemos entrado juntos y de la que debemos salir todos juntos. No existe otra posibilidad.
Cartel de Amnistía Internacional (El Abrazo) (Juan Genovés, 1976).
MNCARS
¿Por qué nos cuesta tanto elaborar un análisis racional, desapasionado y no partidista de las tradiciones, creencias y valores que adoptamos los grupos humanos?
La actual pandemia por la COVID-19 nos hace estar en continuo contacto con el duelo. No solo por la pérdida de seres queridos sino también por el duelo de no ver a familiares y amigos.
La epidemia ha permitido la aparición de supuestos expertos en materia sanitaria que hasta ahora permanecían ocultos, descubriendo el verdadero objetivo de muchos: servir a su agenda ideológica.
¿Cómo es posible que no se actúe y se permita un fraude o un error que puede tener consecuencias tan graves? La respuesta está en un fenómeno psicológico.
Los profesionales sociales y asistenciales se han convertido de golpe en superhéroes ante una pandemia que no les permite sucumbir, flojear ni abandonar. ¿Resistirán?
Desde los sanitarios hasta aquellos que sientan vacío por la ausencia de actividad prosocial, todos estamos haciendo algo para ayudar moralmente en esta crisis. A veces, contribuir al bien común de forma altruista es tan fácil como seguir una vida sencilla y dar ejemplo.
Con la COVID-19 acechando nos hemos visto, de la noche a la mañana, obligados a recluirnos en nuestras casas. En este contexto, la rutina puede jugar el papel de aliado o de enemigo.
Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia - Codirectora de la Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social - Miembro del Grupo de Investigación Psicología y Calidad de vida (PsiCal), Universidad Internacional de Valencia
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia
Dra. en Psicología aplicada al ámbito Clínico y de la Salud. Directora del Centro de Psicología RNCR y PDI en la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia