La violencia es una constante en la odisea que viven las personas refugiadas, con el consiguiente daño psicológico. Atenderles en el país de acogida es una obligación moral que, además, facilitará su integración.
Los menores que llegan a las costas andaluzas procedentes de África se enfrentan a la invisibilidad e incluso, cuando nacen en el trayecto, a la ausencia de nacionalidad.
Trump califica la crisis venezolana de tragedia humana, habla de intervención militar, pero no acoge a sus refugiados. Su retórica antisocialista le sirve para ganar votos en las legislativas.