La buena imagen pública de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social de España por Unidas Podemos es una ventaja en la arena política, que puede verse truncada de nuevo por la realidad económica.
Con el trasfondo de la crisis sanitaria, la emoción y la comunicación incesante, características del hiperliderazgo, han venido para quedarse, con mujeres en el centro del tablero político.