El pesimismo, tal y como lo exploró el filósofo Schopenhauer, ofrece herramientas para aceptar la idea de que negarse a perseguir implacablemente la felicidad es quizá la actitud más razonable.
¿Acaso sucumbir a la tentación es el único modo de conjurar su seductor hechizo? ¿Nos engañamos a nosotros mismos al pretender querer cosas por las que no apostamos cuando tenemos ocasión de hacerlo?