El llamado contacto “piel con piel” inmediatamente después del parto produce un sinfín de efectos beneficiosos, tanto en las madres como en los recién nacidos.
La pandemia de covid-19 nos ha privado de muchas cosas, entre ellas de las manifestaciones de afecto y el contacto físico, que tantos beneficios para la salud física y mental tienen. Ahora que parece que las mascarillas dejarán de ser obligatorias, quizás podamos recuperarlos.
La sensación de haber perdido el tiempo durante la cuarentena nos ha obligado a recuperar el tiempo perdido, desencadenando la llamada resaca social derivada del agotamiento emocional.
Desde el inicio de la pandemia de la COVID-19 se ha puesto el foco sobre la población más joven como posible agente de mayor transmisión del virus. Pero no parece justo culpar a toda una generación por el avance de la pandemia.
El miedo a ser tocado o hafefobia ha resurgido con fuerza en la sociedad tras el inicio de la pandemia. Las personas que la sufren perciben este contexto con un malestar más intenso que la población en general.
La distancia social y otras de las recomendaciones para minimizar el riesgo de contagio por covid-19 han hecho del miedo irracional al contacto con otras personas, la hafefobia, algo común. ¿Cambiará nuestra forma de relacionarnos?
Una de las caras más duras de esta pandemia está siendo la separación de abuelos y nietos. La soledad de los mayores, alejados de sus seres queridos, puede causarles graves problemas emocionales. Sin embargo, también puede suponer un momento para descansar y fortalecer la relación de familia.
Profesora del Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología. Psicóloga y Supervisora en la Unidad de Terapia de Conducta, Universitat de Barcelona