La neurociencia puede aportar mucho al sistema de justicia, pero le haremos un flaco favor si malinterpretamos sus hallazgos y adoptamos visiones que ignoran el contexto en el que el cerebro se enmarca: cuerpo, ambiente y relaciones personales.
La mala reputación de los gitanos rumanos hace que el rechazo hacia ellos sea como un círculo vicioso sin fin. ¿Cómo podemos cambiar los esquemas mentales predominantes sobre una cultura que es considerada en muchos casos como “criminal”?
Investigador en el Centro Internacional de Neurociencia y Ética (CINET) de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, y en el Grupo Mente-Cerebro, Instituto Cultura y Sociedad (ICS), Universidad de Navarra