Las sagas de Tolkien, George R. R. Martin y Robert Jordan representan pasados, presentes y potenciales desastres ecológicos en mundos de ficción que provocan reflexiones en sus lectores (y espectadores).
La Tierra Media fue tanto una creación literaria como lingüística. Tolkien supervisó cuidadosamente las traducciones porque cada idea partía de una palabra, con una etimología precisa.
Los autores de literatura infantil y juvenil y los que escriben literatura fantástica parecen no contar con el mismo prestigio social que los de temas “adultos”. Es un error.