La IA forma parte de la hoja de ruta política de cada vez más países y entes supranacionales, protagonizando una transformación tecnológica de los actuales esquemas económicos y sociales.
Los vehículos aéreos no tripulados se utilizan ya en campos muy diversos, pero todavía existen barreras técnicas y legislativas que impiden su despegue definitivo.
AlphaZero es una máquina capaz de vencer a los juegos de mesa más complejos para la mente humana, solo basándose en su propia experiencia de aprendizaje, no en el conocimiento humano acumulado.
La inteligencia artificial y la robotización están mejorando la productividad y transformando el mercado laboral. Empleos más rutinarios son reemplazados por máquinas. A la vez, los avances tecnológicos propician la aparición de empleo altamente cualificado de alto valor añadido.
Intentar delimitar una ética común para la nueva especie de vida artificial es una utopía. Un robot programado en China no será igual al fabricado en Arabia Saudí ni a otro creado en Estados Unidos.
Serán libres, necesitarán de la política y podremos buscar un bien común. Llegará un punto en el que no será relevante distinguir a un humano de un robot, porque éste se habrá humanizado.
El estamento jurídico no debe estar al margen de una imparable revolución tecno-científica que ya está afectando y lo seguirá haciendo a los derechos básicos de la ciudadanía. Adaptarnos a todas las realidades, convivir con la incertidumbre y la complejidad, será una experiencia rica y fascinante.
Al igual que ocurrió con el Derecho del Trabajo o el Derecho Ambiental, hace falta ir preparando el terreno para reglamentar la actividad de los robots y los sistemas de inteligencia artificial.