La limitada disponibilidad de agua dulce, los efectos del cambio climático y la confluencia de diferentes países en la cuenca de un mismo río son algunos de los motivos que avivan las disputas por este recurso en todo el mundo.
Tanto la falta como el exceso de lluvias acentúan los problemas de acceso al agua potable, salubridad y seguridad alimentaria de las regiones más vulnerables del planeta. Desarrollar sistemas de alerta temprana es fundamental para reducir su impacto.
Las regiones del mundo con mayor estrés hídrico son también las más pobres. Cumplir el Objetivo 6 de desarrollo sostenible (“Agua limpia y Saneamiento”) es imprescindible para el progreso de estos países, especialmente en un escenario de cambio climático.
Estas estrategias tienen como objetivo mejorar la seguridad hídrica, mitigar los efectos del calentamiento global en los recursos hídricos y adaptar su gestión a sus impactos.
Proyectos extractivos, hidroeléctricos y agrícolas de grandes empresas, que ven el agua como un recurso económico, entran en conflicto con las necesidades de las comunidades indígenas más sensibles.