Clayton Besaw, University of Central Florida y Matthew Frank, University of Denver
Los partidarios de Trump irrumpieron en el Capitolio de los EE.UU. el 6 de enero, interrumpiendo la certificación de Joe Biden como presidente electo. Los autores, expertos en golpes de estado, explican que esta insurrección violenta no fue técnicamente un golpe.
Policías apuntan con sus armas a un manifestante que intenta entrar en la Cámara de Representantes del Capitolio de los EE.UU.
(AP Photo/J. Scott Applewhite)
Mientras Donald Trump seguía alimentando con falsas acusaciones su teoría de una elección “amañada”, la violencia en el Capitolio muestra que Estados Unidos se ha convertido en un estado frágil.
El anuncio del presidente saliente de Estados Unidos supone un duro golpe a la parte saharaui pero, sobre todo, al Derecho Internacional y a la tradición iusinternacionalista estadounidense.
Carteles satíricos de Donald Trump en el mercado de Pike Place, Seattle, fotografiados en septiembre de 2017.
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La hegemonía del subjetivismo cultural, que tiene en Donald Trump uno de sus grandes paradigmas, es la base de la nueva autocracia digital que desde la autoridad emocional desprecia el conocimiento científico e intelectual.
Contaminación en Los Ángeles (EE.UU.).
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El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, ha prometido regresar al Acuerdo de París. Es decisivo para mitigar el calentamiento global: el gigante norteamericano es uno de sus principales causantes y su postura sirve de ejemplo moral.
Manifestación en la Plaza Black Lives Matter cerca de la Casa Blanca para celebrar el triunfo de Joe Biden como presidente electo. Washington, DC. 7 de noviembre de 2020.
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Las relaciones económicas internacionales apuntan hacia una mejoría sustancial con el cambio de presidencia en Washington, las primeras vacunas y la liquidez de los mercados. No será inmediato. No será rápido. Pero será mejor que el año que ahora acaba.
La vicepresidenta electa de los EE.UU. Kamala Harris en un acto electoral en Iowa.
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Una de las sorpresas de las últimas elecciones en Estados Unidos ha sido el gran apoyo que recibió el presidente Trump, derrotado por la mínima a pesar de que casi todas las encuestas le vaticinaban un batacazo. ¿Cuál es la explicación?
La política exterior de Estados Unidos lidia con muchas contradicciones desde mucho antes de la presidencia de Trump. Y no será suficiente un cambio de presidencia para que dejen de existir.
Luminoso exterior del rascacielos de News Corp (Fox News) en Nueva York anunciando la victoria de Joe Biden sobre Donald Trump en las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos el 7 de noviembre de 2020.
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Adrià Alsina Leal, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya
Estas son las claves del movimiento tectónico que ha unido a trabajadores del metal, mujeres blancas conservadoras, afroamericanos, latinos y la televisión más conservadora de Estados Unidos para echar al presidente más polémico de la historia.
Las encuestas electorales deben profundizar en su mejora e innovación, con el fin de cumplir con su objetivo de radiografiar la sociedad y evitar que el trabajo científico que encierran sea cuestionado.
Cuando la historia se repite deviene farsa. Reparamos en el showman y obviamos las causas que mueven a su legión de seguidores. Conviene tener en cuenta los antecedentes históricos del fenómeno.
Joe Biden y Kamala Harris, presidente y vicepresidenta electos de los Estados Unidos.
Flikr / Adam Schultz / Biden for President
Si el presidente electo y la futura vicepresidenta quieren saldar con éxito su mandato tendrán que recuperar la convivencia de la sociedad estadounidense, tender puentes con China y superar el neoaislacionismo trumpista en temas trascendentales como la emergencia climática.
Donald Trump ha conseguido implantar su estilo y su acción política antisistema. Contra el establishment, las elites de Nueva York o San Francisco, la globalización, los recién llegados. Contra todo.
El senador John F. Kennedy en un acto electoral en el Estadio de Chicago cuatro días antes de las elecciones de 1960.
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Entender a Estados Unidos requiere deshacerse del deslumbramiento de la fábrica de sueños y promesas que muestra un país excepcional, moderno, razonable, pujante, creativo. Es eso, pero también lo contrario.
Los comicios presidenciales se perfilan como un momento de especial interés ya que son las primeras elecciones de máximo nivel después de la aparición de la crisis sanitaria en el panorama geopolítico mundial.
Los votantes estadounidenses se preguntan si Trump merece tener una segunda oportunidad para arreglar la economía y, en caso contrario, evalúan si la alternativa planteada por Joe Biden es mejor.